Hermosillo, Sonora.- Inició mayo y las altas temperaturas regresaron a Hermosillo y, a pesar de los fuertes rayos del sol, Fidel Ibarra Lugo de 49 años sale diariamente a las calles para vender raspados y saciar el calor de las personas.
Esta bebida que mitiga la sensación de calor y recuerda a un pueblo mágico donde son preparados con mieles naturales.
Fidel aprendió a preparar las mieles para raspados a sus 16 años en San Miguel Zapotitlán, un pueblo de Ahome, Sinaloa, donde su madre, Juana María Lugo, preparaba las bebidas y vendía tamales, además de otros productos que ella elaboraba.
“Mi primer empujoncito fue mi mamá Juana María Lugo Valenzuela, la que me enseñó el oficio este, nos enseñó a trabajar. Ella falleció con el covid hace dos años”, dijo Fidel.
No fue hasta los 19 años en la década de los noventas, que comenzó a trabajar como vendedor ambulante en Ahome, y dos décadas después se mudó a Hermosillo, porque le gustó el clima de la ciudad.
Además, llegó a la capital de Sonora buscando establecer y alcanzar nuevas metas y trazar nuevos horizontes, pero sin olvidar San Miguel Zapotitlán y, a pesar de no tener nada en su nuevo comienzo, sólo tenía un triciclo para vender raspados hace diez años en la ciudad.
“Llegué sin nada, salí del pueblo sin nada, pero me fui haciendo de mis cositas, me dediqué a vender”, enfatizó Ibarra Lugo.
Todos los días comienza a preparar las mieles naturales de mango, piña, ciruela, durazno, tamarindo, guayaba y limón natural para salir a vender a las calles de Hermosillo.
Desde hace un año, Fidel logró establecerse en un lugar fijo, específicamente en avenida de los Yaquis entre San Pedro y San Antonio, frente a Nueva Palmira, donde todos los días recibe clientes que buscan su sabor y el gran tamaño de sus raspados.
Los sabores que tiene son durazno, fresa, vainilla, uva, tamarindo, piña, mango, limón, chicle azul, diablito, ciruela y guayaba con precios que van desde los 26 hasta 60 pesos el litro, y 70 el litro de diablito.
Actualmente, Fidel dice estar contento por lograr construir su vida, sacar adelante su familia con el oficio de preparar raspados.