Por Karina López Ivich
Hace unas semanas escribí un articulo sobre porque no a la desalinizadora para Hermosillo y porque si a la rehabilitación de cuencas y recarga de acuíferos para reforzar el suministro de agua para Hermosillo. En dicho artículo me enfoque mas a desarrollar el primer punto. En este artículo deseo plantear los si´s: porque, como y con que si, sobre la rehabilitación de cuencas y recarga de acuíferos.
Partamos desde el inicio al plantear la problemática actual. Nuestra situación actual es que los acuíferos que surten de agua a Hermosillo, nuestra principal fuente de este vital liquido, de los 6 principales acuíferos, la mayoría se encuentran sobreexplotados, y uno o dos, a punto de pasar el punto de equilibrio, es decir, se les extrae mas agua de la que se recarga en dichos acuíferos. Los motivos son varios, entre ellos, que en general la extracción de agua para la agricultura rebasa los volúmenes autorizados, se tiene un descontrol en la medición y en las concesiones de agua. Un caso particular, el del acuífero de la costa de Hermosillo, que se encuentra en una situación de “sustentabilidad negativa”. Un estudio reciente de la UNISON, encabezado por los investigadores, Dr. Castillo y el Geólogo Mariano Morales, muestra un grave abatimiento del acuífero, la intrusión salina sigue en aumento y la recarga ha disminuido considerablemente.
Aunado a esta situación de sobreexplotación de nuestros acuíferos, se han deforestado sitios importantes de la cuenca el Rio Sonora y subcuencas, que ha causado perdida de cobertura vegetal, perdida de la cobertura orgánica del suelo, disminución de la posibilidad de retención y infiltración de agua al subsuelo, debilita el ciclo hidrológico de agua generador de lluvias, reducción de la captura de carbono y perdida de pulmones naturales, además que acelera la perdida de biodiversidad. Adicionalmente, la afectación de otros ecosistemas y contaminación de agua y suelo, debido al uso de agroquímicos utilizados en agricultura, y actividades mineras, tanto las que se encuentran en operación como aquellas que dejaron pasivos ambientales sin atender, han generado una situación desfavorable para la recarga de acuíferos y la disponibilidad y calidad de agua en nuestras cuencas y acuíferos. Lo cual también a generado disminución de producción agrícola de pequeños productores, lo que genera un impacto social negativo, en cadena, en las comunidades rurales del estado.
Sin embargo, existen los medios para revertir esta situación, lo cual genera una reacción en cadena para reforzar positivamente los servicios ambientales. La reforestación de áreas claves en la cuenca tiende a reforzar la biodiversidad, incrementa fertilidad del suelo y la retención de agua, favorece la recarga de acuíferos y ayuda a secuestrar dióxido de carbono. Además, los beneficios para las comunidades locales son muchos: aumenta la diversidad de productos forestales, genera seguridad de suministro de agua, mejora la salud de la población y crea resiliencia ante eventos climatológicos adversos. Si además de las acciones de reforestación, impulsamos practicas de agricultura regenerativa y agro-forestales, los beneficios se amplifican: mejora la cobertura orgánica del suelo, mejora la detección de humedad en el suelo, ahorro de agua en la agricultura, reduce la utilización de fertilizantes inorgánicos y agroquímicos, mejora la calidad del agua, mejora las condiciones de polinización, mejora las condiciones ambientales para las personas que trabajan en el campo, mejora la salud pública. Ya no se trata solo de maximizar la producción, sino de optimizar en un panorama mucho más complejo que genere resultados de producción, en un contexto de mejora ambiental y de justicia social. Los beneficios son integrales y múltiples en lo económico, social y ambiental.
Ahora bien, hablemos de cómo llevamos a cabo estas acciones y con que recursos. Es alentador saber que ya tenemos casos exitosos, muy cercanos a casa, que han podido medir el aumento del nivel del agua del subsuelo y cuantificar los beneficios ambientales y sociales. Por mencionar alguno, el caso de la cuenca de Zapalinamé, que abastece parte del agua de la ciudad de Saltillo, Coahuila, ya presenta resultados consolidados y medibles. La clave en estos procesos es reconocer que los beneficios de estos servicios ambientales son para la población en general; en el caso de recarga de acuíferos, para los usuarios del agua. El pago por servicio ambientales y pago por servicio hídrico, para calidad y oferta del agua, es una esquema económico donde el beneficiado, o el usuario del agua, paga una cuota voluntaria pequeña en el recibo del agua. Por lo regular el gobierno aporta una contrapartida a la aportación del usuario. En el caso de Saltillo, otras fundaciones y organizaciones no gubernamentales también proporcionan una aportación económica. Los montos recabados son administrados y utilizados para realizar actividades de forestación en las zonas de recarga y para mejoras ambientales.
Para optimizar los resultados buscados, estas acciones deben de acompañarse de una regularización rigurosa del uso del agua en la agricultura, así como de infraestructura u obras ingenieriles de recarga de acuíferos, así como mejorar la eficiencia del uso del agua en la ciudad. Este es uno ejemplo de un esquema económico, donde sociedad, gobierno y organizaciones, trabajan por un mismo objetivo y se logran resultados con beneficios medibles en un tiempo adecuado.
Si comparamos este escenario con el escenario de construir una planta desalinizadora, los beneficios de la rehabilitación de cuencas y recarga de acuíferos superan por mucho en lo ambiental, social y económico. Solo por retomar algunos puntos de mi artículo anterior, la desalinizadora produciría un agua con un costo hasta 3 veces mayor que el costo actual de las fuentes de agua que tiene Hermosillo; los usuarios mas afectados serían aquellos de bajos ingresos; el desecho del proceso de desalación contiene una alta concentración de sales, lo cual pondría aun más en riesgo el equilibrio en el ecosistema marino, causaría un daño sustancial a las larvas de peces y al plancton que constituyen la base de la cadena alimentaria marina, lo cual a su vez afectaría actividades productivas como la pesca y el turismo ecológico, principales actividades económicas en esta importante región marina. Si la desalinizadora fuera a implementarse en la costa de Hermosillo, opción que se ha mencionado, la extracción del agua para ser tratada en la desalinizadora aumentaría aun más la intrusión salina, generando un gran daño a la producción agrícola y al ecosistema.
El tiempo de actuar es ahora. Las soluciones basadas en la naturaleza llevan tiempo, pero son opciones con grandes beneficios, que a su vez, están atrayendo interés y financiamiento internacional. Si nos enfocamos a hacer un uso eficiente del agua en Hermosillo, a través del control en uso, la medición y la infraestructura en distribución, tenemos el tiempo necesario para implementar y beneficiarnos de los resultados de las acciones de rehabilitación de cuencas y recarga de acuíferos.
Karina López Ivich, Líder Climático de Climate Reality y Directora de IAMM A.C. Con mas de 25 años de experiencia, ha colaborando con organizaciones internacionales como la ONU, y con empresas Canadienses y Europeas atendiendo proyectos ambientales en México y Latino América. Ingeniera Bioquímica en Recursos Acuáticos del ITESM, cuenta con maestría en Ingeniería Ambiental por University of Guelph, y Maestría en Economía en Políticas Publicas por el ITESM, actualmente realiza estudios de Doctorado en la Universidad de Ottawa y es investigadora del Smart Prosperity Institute de Canada. También participa en los Grupos de Agua y es parte del Comité Técnico de Hermosillo ¿Cómo Vamos?, y es Vocal Ciudadano de la Junta de Gobierno de Agua de Hermosillo.