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sábado, abril 27, 2024

No mires arriba, un diálogo de sordos

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Cuando se estrenó la película “No mires arriba”, mi esposa preguntó si me interesaba verla y antes de responderle con un contundente no, desacredité la plataforma, a parte del elenco y el guión, que sin conocerlo, tenía la certeza de que estaría repleto de lugares comunes.

No me equivoqué, abundan los clichés. Después de haber escuchado la crítica de Fernando Fuentes Pinzon (El Picalibros en YouTube) y haber leído un artículo en la revista La Tempestad, que por cierto, convalidaron lo que pensaba, reconsideré ver el filme a fin de elaborar una crítica destructiva y autocomplaciente.

Lo extraño fue que aunque la película es predecible, verla cambió el sentido de mi pretendida crítica hacia una más neutral. Empero, rechacé mirarla por puro prejuicio que posteriormente confirmé, pero después de verla mi perspectiva cambió hacia una de reconocimiento a la capacidad del autor para trastocar el sentido de lo superfluo y lo banal.

Me explico. “No mires arriba” recurre a la ambigüedad como propaganda y adoctrinamiento para desincentivar la responsabilidad y el compromiso político. Su moraleja es que la supervivencia no merece cooperación y las certezas científicas justifican cualquier intransigencia.

Aunque dudo haya sido la intención, la exhibición de tanto espíritu caprichoso parece tener como objetivo que uno se pregunte si en ocasiones no somos demasiado y nocivamente ridículos, ¿podemos parar?, ¿queremos parar?

El filme se esfuerza en generar la percepción de que la cooperación es el único fin que se persigue, pero nunca se logra. Por el contrario, señalar culpables es algo que logra exitosamente, pues aquí barre con todos, desde los científicos que parecen ser los favoritos del guionista, hasta los ciudadanos de a pie.

El drama trata de una doctoranda o asistente de investigación que por casualidad, en una noche de afortunada serendipia, descubre un meteorito que impactará directamente el planeta provocando un apocalipsis, por lo que ella y su grupo de amigos científicos ponen manos a la obra buscando contactar con el gobierno de los Estados Unidos de América, a fin de solucionar este problema de consecuencias devastadoras.

Mientras la trama se desarrolla en el ámbito de lo “científico” y la “razón”, todo es miel sobre hojuelas. La asistente de investigación es una chica cool que consume marihuana, tiene tatuajes, es relajada, atormentada en la medida aceptable para una vida glamorosa y progresista, pero de buen corazón. Al principio, ella constata “científicamente” la inminente llegada del meteoro con tan solo revisar fotografías espaciales de la trayectoria del mismo.

Posteriormente, su director de tesis y mentor, realiza las operaciones matemáticas –es decir, teóricas- sobre la trayectoria del meteoro para cerciorarse de que su estudiante tiene razón. Vaya, en algún punto una pregunta perspicaz de la chica, hace notar al científico que el álgebra está mal hecho y esa es la mismísima prueba de que la catástrofe está próxima.

Después la película nos muestra una retahíla de personajes que tienen los medios para salvar el mundo, pero están tan enajenados por sus intereses que prefieren traicionarse a medida que, además de salvar al mundo, puedan sacar ventaja de hacerlo. Entre estos personajes están los vanidosos líderes de opinión, una Presidenta impuntual e informal, su hijo superfluo, el militar autoritario y un empresario multimillonario que solo piensa en incrementar su fortuna.

Otro lugar común es que la narración insinúa que los problemas realmente graves llegan inmediata y oportunamente a la mesa de las personas calificadas para solucionar los problemas. Sin embargo, queda claro que el principal obstáculo son los propios científicos, pues no consiguen comunicar la gravedad de la situación. La ciencia es inane cuando prescinde de la elocuencia y cooperación.

“No mires arriba” pretende que el espectador reflexione acerca de la importancia de la “verdad” y de obedecer la opinión de los expertos, cosa que casi logra si, tal vez, en un chispazo de humildad, los agentes se hubiesen enfocado en transigir procurando la cooperación, antes que la imposición de la Verdad.

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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