Sistemática y ancestralmente se nos ha hecho creer que los animales están en un nivel inferior en relación con el humano; se nos ha inculcado desde pequeños que el grado de evolución tiene que ver únicamente con el grado racionalidad o inteligencia en términos humanos y por lo tanto como especie nuestra forma de “razonar” nos hace superiores, sin embargo, poco se ha dicho sobre la conciencia y la capacidad de sentir emociones o dolor de los animales no humanos.
El 7 de julio de 2012, un grupo de renombrados estudiosos y científicos de la neurociencia cognitiva, la neurofarmacología, la neurofisiología y la neurociencia computacional, se reunieron en la Universidad de Cambridge con la finalidad de analizar los sustratos neurobiológicos de la experiencia consciente así como de los comportamientos relacionados con ésta, investigación que llevó a cabo tanto en animales humanos como en no humanos, llegando a la siguiente conclusión:
“La ausencia de un neocórtex no parece impedir que un organismo pueda experimentar estados afectivos. Hay evidencias convergentes que indican que los animales no humanos poseen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos de los estados de consciencia, junto con la capacidad de mostrar comportamientos intencionales. En consecuencia, el peso de la evidencia indica que los humanos no somos los únicos en poseer la base neurológica que da lugar a la consciencia. Los animales no humanos, incluyendo a todos los mamíferos y aves, y otras muchas criaturas, entre las que se encuentran los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos”
Esta Declaración revela que los animales son capaces además de sentir dolor, de tener consciencia de ello y de lo que los rodea, es decir, saben de su propia existencia y de sus emociones, y claro, de su dolor; lo que nos lleva a reflexionar sobre el sufrimiento por el que atraviesan miles de animales denominados de consumo en granjas por ejemplo o el animal de compañía que es maltratado ¡No solo lo siente, sino que lo sabe!.
Por siglos los animales han sido esclavos de la humanidad y esto nos recuerda a cuando la esclavitud era justificada por la supuesta falta de alma de la gente “de color”. Justificamos la explotación animal negando no solo su capacidad de sentir sino su capacidad de estar consciente de ello.
Hace 9 años que esto se desmintió y al final del día somos más parecidos a los animales de lo que pensamos y por ese simple hecho les debemos el mismo respeto que le debemos a cualquiera de nuestra especie, incluso más, pues están en un estado aún más vulnerable. A 9 años de la Declaración de Cambridge y aun con toda la ciencia respaldándolo poco ha cambiado la realidad de los animales.
“Todos los días es Treblinka para los animales”
Isaac Bashevis Singer.