Columna Desde la Polis
Inicio estas líneas deseándoles mayor salud, menos tristezas y más espacios para la esperanza. Ustedes y yo sobrevivimos un año donde millones sintieron el dolor de la pérdida y del infortunio. Por lo tanto, tras la experiencia del 2020, queda la enseñanza. Frente a la adversidad, no veamos problemas, veamos lecciones. Si decidimos aprender de lo que padecimos, no tengo la menor duda de que este nuevo año nos mostrará la otra cara de la moneda… una mucho más generosa. La condición -insisto- descansa en nuestra adaptabilidad y en nuestras decisiones, tanto individuales como colectivas, pues ambas esferas edifican la calidad de nuestra sociedad.
Hace algunas semanas, tras el anuncio de que habría una alianza entre el PRI, el PAN y el PRD, la plataforma informativa de Proyecto Puente optó por configurar un atípico debate: por un lado estaría un priísta de cepa y por el otro lado estaría yo, un ciudadano común y corriente. Soy de los que creo que la ciudadanía ha sido ilusionada y decepcionada tantas veces, que ha perdido la fe en los partidos políticos y por lo tanto, son los proyectos de hombres y mujeres (y no las marcas) los que generan entusiasmo para votar por ellos. En ese ameno diálogo, vaya sorpresa que me llevé cuando mi interlocutor dijo que el Presidente estaba “molesto y preocupado” por la alianza prianista. Confieso que no le creí pues para mí, lo mejor que le puede suceder al proyecto de la 4T es la unión oficial de los intereses que construyeron el modelo de país que la demoledora mayoría repudió en la elección del 2018. Lamentablemente, esos tres partidos dejaron de representar ideales y programas distintos. Por lo tanto me parece oportuno (hasta sano) que se opte por concluir la pantomima donde fingían ser distintos. Como ciudadano, me parece extraordinariamente positivo que los confabulados se quiten las máscaras pues el electorado tendrá una mayor claridad frente al sufragio.
Con todo y lo anterior, resultó ser cierto eso de que al Presidente lo tenía inquieta la alianza. ¿Por qué? Es sencillo: su formación se construyó bajo la ortodoxia dogmática de que la vida política se construye dentro del partidismo y que fuera de él no hay nada. Por lo tanto, “si le hacen montón”, la cosa podría complicársele. Afortunadamente para el país, nuestro Presidente está equivocado. Una advertencia antes de proseguir: las siguientes premisas escapan la visión maniquea donde el Presidente jamás puede errar y que todo fuera de su óptica es maligno para México.
El Presidente se equivoca porque -con todo y su magnificencia como caudillo- no entiende que los mexicanos ya no somos infantes políticos. El llamarnos (con gran malicia y colmillo) “buenos y sabios” es justamente un reflejo inequívoco de ello. Esta madurez política que hemos ido alcanzando se consolida en un concepto que le inquieta, que ve con sospechosismo: a la ciudadanía organizada. Porque no la entiende (ni tampoco la controla) la ve con reticencia. Paradójicamente, no entiende que los nodos de mayor progresismo social -impulsados desde la ciudadanía mexicana- son los que simpatizan con el proyecto que él encabeza. Estos puntos de desarrollo cívico no están afiliados a Morena (y quizá tampoco quieren estarlo) pero ya se asumen como protagonistas del rumbo que tomará el país. Quien se formó en el sistema partidocrático, difícilmente puede entender que los destinos políticos del país pueden llegar a ser controlados por fuerzas que no están en los partidos.
La alianza busca desesperadamente meter a la licuadora a ingredientes (priístas, panistas y perredistas) que simplemente no caben en ella y que únicamente buscan su propia salvación política, de ahí la orgía ideológica en su unión. Al no haber espacio ni siquiera para todos ellos, terminan por excluir también a la ciudadanía. El Presidente no asume que -irónicamente- la vanguardia social mexicana (vía la participación desde la polis) comulga más con los postulados de la 4T que con los del prianismo. Pero para que esa simpatía concluya en la consolidación de un proyecto de nación, es fundamental lo que se haga desde lo local.
Varios de los candidatos morenistas que competirán por gubernaturas este año, buscarán copiar el estilo de López Obrador, en un estéril esfuerzo por emular lo sucedido en el 2018. El peor error que pueden cometer es no aprovechar la pifia prianista de prostituir lo poco de identidad que conservaban (en aras de tener acceso al erario público) si dejan fuera de la ecuación y los proyectos políticos locales a la ciudadanía. La sociedad civil se hartó de la cultura del pillaje y del saqueo, por eso los ciudadanos se organizaron y un gran resultado fue el 2018. El siguiente paso será comenzar a incluir a los mejores cuadros ciudadanos en la conducción de la vida pública. En Sonora, el escenario es inmejorable.
@AcunaMendez
El autor es Presidente Fundador de CREAMOS México A.C. y especialista en políticas públicas por la Universidad de Harvard. jesus@creamosmexico.org