En el senado de la república ya esta aprobado el dictamen para la regulación de la marihuana y todo indica que en este periodo legislativo se llevara al pleno para su discusión y probable aprobación. Con este punto de partida es que el pasado sábado 5 de septiembre la diputada María Dolores De Río organizó un foro para hablar sobre el cannabis con jóvenes y uno que otro chavorruco acoplado como un servidor.
De entrada, esto merece un aplauso porque este tema siempre que se toca en mesas de análisis se hace con supuestos expertos que, desde la doble moral, los prejuicios sociales, el clasismo e incluso racismo, pasan horas justificando que el prohibicionismo es necesario para evitar los problemas de adicción en la gente, sin poder respaldarse realmente con algún dato duro. Contrario a los debates estériles de si se debe o no legalizar la marihuana, la diputada abrió la puerta para que los jóvenes, quienes más son vulnerados por las políticas de prohibición, pudieran hablar y dar su visión que a todas luces tiene más argumentos que la de esos supuestos expertos que han vivido años de un discurso sin un fundamento científico serio.
Quitando los prejuicios y el debate estériles es fácil reconocer lo que los jóvenes ya desde un inicio sabían y veían como algo normal en el foro que abrió la diputada Del Río, y es que México es un país en donde desde hace años la portación de marihuana para uso personal es legal. Desafortunadamente esta legalización se hizo con mucha irresponsabilidad y dejando muchos vacíos legales que únicamente provocaron que el crimen organizado se quedara con todo un mercado, vulnero a los usuarios de una planta y dio luz verde para que se violente el derecho humano al libre desarrollo de la personalidad a autoridades de todos los niveles, desde policías municipales hasta cualquiera que discrimine a una persona por asegurar que por su apariencia de “marihuano” es una persona con problemas sociales o de adicciones.
La importancia de escuchar a los jóvenes en lugar de a esos expertos en doble moral que usando el argumento de combatir las adicciones justifican la prohibición y violación de derechos humanos por prejuicios tanto clasistas como racistas, es que ellos son quienes sufren la discriminación, la estigmatización y la vulnerabilidad por una política que fracasó porque nunca combatió realmente el problema que prometió atacar, el de las adicciones.
Escuchar a los jóvenes permite ver que su visión no es ingenua, que no sea hacen ilusiones de que la legalización acabará con el crimen organizado porque saben que actualmente este ya maneja muchos mercados y ha diversificado sus campos de acción. Pero en cambio, tienen la claridad de decir que la regulación es lo más responsable que puede hacer el Estado después de haber legalizado de manera tan irresponsable y que esto permitirá iniciar un cambio cultural en como nuestra sociedad se relaciona con una planta y atiende a las adicciones como lo que es, un problema de salud pública.
Dejar de vulnerar a los jóvenes con una política prohibicionista que únicamente ha demostrado su fracaso es ya suficiente motivo para regular la marihuana. Si a esto le añadimos que con la regulación el Estado trae a la luz todo un mercado que había dejado al crimen organizado y que así podrá tener más herramientas para controlar su consumo, queda claro que lo más responsable es regular.
La diputada María Dolores hizo bien en escuchar voces jóvenes, no solo porque así tiene el pulso de la juventud en un tema tan importante para ellos como es el de la regulación del cannabis, sino también porque permitió que estos cuestionaran los tabús de los supuestos expertos que siempre debaten sobre el tema desde lugares comunes y posturas llenas de prejuicios. Al final el foro que organizo por Zoom dejó en evidencia que con la regulación también es necesario educar mucho a la población de este país, tanto en temas de adicciones como en el respetar el libre desarrollo de la personalidad, la diversidad y la no discriminación. Algo que los jóvenes entienden mejor que los supuestos expertos en adicciones que llevan años justificando una política prohibicionista que no ha evitado que crezcan las adicciones, pero si se nutre de su doble moral y sus prejuicios.
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