Ciudad de México, 17 de abril (SinEmbargo).– La sombra de Gaby girando como una estrella en el aire se proyecta hacia la carpa del circo Atayde Hermanos en Escena durante una función de enero en Tamaulipas. Entre aplausos del público, Omar la sostiene con un tubo de unos seis metros. ¡Son el Duo GO! Desde 2013 han viajado por el mundo ofreciendo el arte del equilibrio. Pero se les cruzó el coronavirus y se cancelaron sus giras a Panamá y Arabia Saudita. Junto con unas 80 personas, incluyendo familias con niños y adultos mayores, sobreviven varados al norte de país. El show no puede continuar.
“Se ha vuelto complicado, sobre todo por la incertidumbre de no saber cuándo volveremos a trabajar. El mundo del arte está siendo muy afectado, porque muchos artistas vivimos en la misma sintonía de no poder trabajar desde casa, a menos que seas diseñador gráfico o artista plástico y tengas tu taller, pero un actor, un músico y un artista de circo depende mucho de estarse presentando con la gente y vivir al día. Está ahí la inquietud de cuándo volveremos a laborar y de que lo que uno pudo haber ahorrado no se esfume tan rápido”, dijo desde Matamoros, Omar, quien también es músico y entusiasta del teatro-performance.
Algunos de sus compañeros del circo compran fruta al mayoreo para salir a venderla a las colonias y, además, el DIF e iglesias se han acercado a su carpa para darles despensas. Gaby, su compañera de trabajo y de vida, y él conservan algunos ahorros que están estirando hasta lo máximo gastando cada vez menos.
“Estamos tratando de aguantar y aguantar hasta ver cuándo. Y seguir preparándonos físicamente para no perder la condición y en cuanto se pueda salir. Sino trabajar en México ir a otro país sin dificultades”, afirmó el artista oriundo del Estado de México, quien también ha laborado en el Circo Hermanos Vázquez.
Duo GO ha impresionado al público con su equilibrio en Perú, Canadá, China, España y otros países. “Fue un boom en la cabeza poder ganar y vivir bien de algo que te gusta, lo cual no cualquiera puede. Me gustó mucho la idea de poder seguir generando y conociendo lugares. Siempre lo he asociado con que son vacaciones pagadas”, evocó Omar. “Ahora estar aquí… una vez estuvimos seis meses en Cancún, y aunque es un lugar hermoso, estar tanto se volvió algo raro. Necesitábamos movernos. Lo mismo aquí y llevamos a lo mucho un mes aquí parados. Se vuelve tedioso, pero hay que tratar de verlo positivo, seguir ensayando para regresar después”.
Omar ha observado que en otros países valoran más el arte del circo y la cultura del show en vivo porque hay más demanda del público, a diferencia de en México, donde no ofrecen teatros fijos ni contratos legales a los artistas. En invierno estuvo en el Teatro Circo Price en Madrid, España, donde deleitaron con funciones de Navidad.
“En México está muy descuidado todo este tema de derechos laborales, sobre todo en los circos tradicionales de carpas, donde carecen de muchos beneficios para los trabajadores. Solo son acuerdos de palabra. Si es una feria existen más probabilidades, pero son temporadas cortas. Pero en Madrid, por ejemplo, desde el inicio te dan un seguro y facilidades para laborar”, comparó.
Hace dos años estuvieron en una ciudad a seis horas de Beijing, China. La tecnología lo impresionó. “Era un circo fijo con toda la tecnología para hacer el mejor espectáculo que tengas en la mente. La pista puede sumergirse y salir una alberca. Y en México no existe nada de eso”, lamentó. “La gente no le dedica tanto tiempo como al cine o a un concierto”.
En medio del encierro, en contraste con sus acostumbrados viajes, Omar encontró en la trompeta un refugio. La compró hace un par de años, pero por la dificultad de trasladarla en aeropuertos no había podido dedicarle tiempo.
“El cuerpo humano es capaz de hacer lo inimaginable. Fui practicando y practicando hasta que me quedé atrapado en el mundo del circo. Y justo este año estoy intentando retomar la música aprovechando el pretexto de estar encerrado. Hay que hacer algo”, comentó. También disfruta el bajo y la batería.
En medio de la pandemia, sus colegas y él siguen entrenando para no perder la condición. El show continuará después. Llegan a practicar entre seis y siete horas al día. Cuando hay fechas programadas bajan el ritmo para ofrecer una gran función. Reconoce que no llevan una dieta rigurosa, pero evitan grasas y refrescos. Además los circenses tienen el horario volteado y suelen vivir de noche. Él prefiere despertar a las ocho de la mañana.
En mayo estima que también se cancelará la propuesta de show.
A un mes de suspenderse la edición 2020 de la Feria de las Fresas, más de 100 personas incluyendo niños se encuentran varados en las instalaciones del Inforum en Irapuato, Guanajuato. Las familias son integrantes del Circo África y trabajadores de la empresa de atracciones de juegos mecánicos “Carlón”, quienes prestarían el servicio en la magna fiesta de la ciudad, reportó el diario local Zona Franca.
Después de una inauguración por la que desfilaron funcionarios estatales y municipales, así como estrellas de la televisión mexicana, dos días después, el 15 de marzo, se anunció la suspensión de la Feria, a consecuencia de la contingencia sanitaria por COVID-19.
Este cierre, escribe la reportera Laura Villafaña, fue crucial para quienes ahí trabajaban, y dedican su vida de ciudad en ciudad y de feria en feria, dependiendo económicamente de las ganancias de un show como es el caso del circo o de un juego mecánico.
En camarotes adaptados a cajas de tráiler y casas rodantes, las familias separadas en grupos –los del circo y los de la empresa– viven en un amplio terreno ubicado a un costado de lo que sería la Feria dentro del Inforum, donde se les adaptó un comedor comunitario, pero solo un par de veces les han llevado comida y no ha sido suficiente.
“La última vez que vinieron trajeron despensas, hay un poco de apoyo, no mucho, pero pues algo es algo”, dijo uno de los trabajadores del circo.
Del circo hay cerca de 25 personas que conforman ocho familias provenientes de diferentes estados. Una trabajadora expuso que a ellos les han invitado dos veces a comer, pero su situación es complicada, ya que ellos dependen completamente de las entradas a su espectáculo.
“Ni cómo explicarle, estamos acostumbrados a ir al día. Ahorita definitivamente es un tronco que se nos pone muy alto para brincar. Nos estuvieron apoyando, pero se les acabó”, aseguró.
Se han puesto a trabajar mediante la elaboración de manzanas acarameladas o con chamoy que ofrecen en las comunidades o colonias aledañas, con el propósito de obtener un ingreso. “No hay otro modo para que nosotros vivamos, ya cuando nos digan que está prohibido que salgamos, no sabemos qué es lo que vamos hacer; se nos va poner todo más difícil”, previó.
El representante del Circo África, Emilio Casio, dijo a Zona Franca que por día la ganancia varía. De ser un día bueno, obtienen de 7 a 8 mil pesos, pero se descuentan los gastos de publicidad, trabajadores, sustento diario y permisos.
“No hay función y no hay entrada de recursos. Se pone difícil para nosotros”, afirmó Casio. “Yo nací en el circo, mis hijos nacieron aquí, mis nietos están naciendo aquí y mi padre nació aquí; hablamos de cuatro generaciones. En cuanto a lo que corresponde a mi generación nos tocó vivir tres semanas de una situación parecida [por la influenza de 2009], pero era algo diferente a esto, aquí ya pasamos el mes y se especula que va para largo”.