Japón comenzó a instalar calentadores destinados a personas en situación de calle en varias ciudades asiáticas. Se trata de nuevos bancos solares capaces de almacenar la energía del sol y transformarla en calor durante horas, brindando un refugio térmico seguro, sin cables ni combustibles. Una innovación que ya está cambiando vidas en Sapporo y Tokio.
El país enfrenta inviernos cada vez más fríos, especialmente en la región norte. Las temperaturas bajo cero afectan con mayor intensidad a quienes viven en la calle, un grupo que cada año queda expuesto a riesgos severos para su salud. Frente a este escenario, distintas iniciativas comunitarias y tecnológicas comenzaron a buscar soluciones simples, eficientes y accesibles.
Los nuevos bancos térmicos funcionan con un sistema solar integrado que absorbe y almacena energía durante el día para luego liberarla en forma de calor durante varias horas. No necesitan conexión eléctrica, no tienen cables y no requieren combustibles: toda la energía proviene del sol.
Esta tecnología permite que los bancos alcancen una temperatura agradable incluso durante la noche, convirtiéndose en un punto de abrigo para quienes no tienen otro lugar donde resguardarse.
Las primeras instalaciones se realizaron en Sapporo, una ciudad conocida por sus inviernos intensos, y el proyecto se extendió luego a sectores de Tokio. Allí, organizaciones sociales reportaron que los bancos ya están siendo utilizados por personas en situación de calle, adultos mayores y trabajadores nocturnos.
El impacto es inmediato:
- Reducen el riesgo de hipotermia.
- Ofrecen un espacio seguro y accesible.
- Aprovechan energía limpia y renovable.
- No generan contaminación ni costos energéticos.
Un modelo que podría replicarse en todo el mundo
Ante la creciente crisis climática y el aumento de la pobreza urbana, esta solución japonesa demuestra cómo la tecnología sostenible puede convertirse en una herramienta social concreta. Los bancos solares no solo brindan calor: también devuelven dignidad, seguridad y contención.
Expertos ya sugieren que este tipo de iniciativas podrían replicarse en ciudades de Europa, América Latina y otros países con inviernos severos.


