El 16 de septiembre de 1939, en el Frontón México, Manuel Gómez Morín pronunció el discurso que daría vida a Acción Nacional. En él afirmó con contundencia: “Acción Nacional no se forma para la conquista del poder, sino para hacer posible que en México haya ciudadanos capaces de elegir con conciencia y responsabilidad.” Sus palabras resuenan hoy con fuerza en el ambiente político.
El relanzamiento del PAN difícilmente tendrá un resultado relevante en las elecciones de 2027. Lo que sí podría ocurrir es que Morena no solo arrase, sino que incremente su número de gubernaturas. Aún más grave sería que la reforma electoral que se cocina en la oficina de Pablo Gómez imposibilite la existencia de oposiciones fuertes, consolidando un régimen que, solo por condescendencia y para legitimarse, permite la existencia de oposiciones testimoniales.

Ante tal panorama poco optimista para las democracias liberales, en las que existen contrapesos, elecciones con condiciones parejas, voto informado y alternancia, lo que les queda a las fuerzas opositoras es dejar de presentarse como enemigos legítimos de Morena, salirse del juego controlado por el partido en el gobierno y empezar a trabajar el espacio público sin máscaras ni intereses de poder. Desde la base de la ciudadanía, recorriendo el país con inteligencia, escuchando las necesidades reales de los mexicanos, promoviendo sus intereses con movilizaciones sociales reales, construyendo centros culturales, impulsando talentos locales y fortaleciendo centros comunitarios. En pocas palabras, trabajar con el pueblo para su bienestar y dejar de lado las fantocherías que las luces del espectáculo, con la venia del oficialismo, les ofrecen para que se muestren como “enemigos” y, al final, solo validen la consolidación de ese movimiento.
En alguna conversación amena con un amigo panista, familiar de Maquío Clouthier, me comentó que en sus campos agrícolas una de sus principales preocupaciones y gestorías era que la escuela rural cercana ofreciera una alta calidad educativa. Él contaba con la plena disposición de hacer las mejorías necesarias, de involucrarse con los padres de familia y con los maestros para asegurar un buen nivel educativo en la comunidad. Como estas historias existen muchas, de líderes opositores al sistema de partido hegemónico que no lograron ver en vida la alternancia democrática, pero trabajaron sin descanso por un mejor país.
El problema es que, como casi todos los actores políticos relevantes que están en la oposición fueron gobierno en algún momento, han vivido bajo la comodidad y la sombra de ciertos lujos que les ofrecía estar resguardados por el Estado mexicano. Algunos valientes siempre han desafiado, sin intereses personales, al gobierno, pero la mayoría se durmió en sus laureles.
Ahora, las circunstancias obligan a pensar en trabajar desde abajo para construir algo relevante en la vida pública de nuestra amada nación. Para ello, es necesario empezar a apropiarse del espacio público, sentirse cómodos en él, convocar a ciertas comunidades, involucrarlas en actividades que permitan el intercambio de ideas y la resolución de problemas puntuales. Les aseguro que, en estos tiempos de tanto desequilibrio político, solo liderazgos heroicos podrán sostener al país, porque cuando un sistema no funciona, son las personas decididas, determinadas y honestas las que cambian el rumbo de la historia.



