Un grupo de pacientes ciegos ha recuperado la capacidad de leer tras recibir un implante en la parte posterior del ojo que les ha cambiado la vida.
El cirujano Mahi Muqit, quien insertó los microchips en cinco pacientes en el Moorfields Eye Hospital de Londres, calificó los resultados del ensayo internacional como “asombrosos”.
Sheila Irvine, de 70 años y registrada como ciega, dijo a la BBC que poder leer y hacer crucigramas nuevamente era “algo de otro mundo”. “Es hermoso, maravilloso. Me da tanto placer…”, expresó.
La tecnología ofrece esperanza a personas con atrofia geográfica (AG), una forma avanzada de degeneración macular seca relacionada con la edad (DMAE) que afecta a unas 350 mil personas en el Reino Unido, según estimaciones.
En esta enfermedad, una pequeña área de la retina se daña gradualmente, provocando visión borrosa o distorsionada, pérdida de percepción del color y dificultad para distinguir detalles finos.
El procedimiento consiste en insertar bajo la retina un diminuto microchip fotovoltaico de solo 2 mm² y con el grosor de un cabello humano.
Los pacientes usan gafas con una cámara de vídeo que envía imágenes en infrarrojo al implante, el cual las transmite a un procesador de bolsillo para mejorar y aclarar las imágenes. Estas se envían de vuelta al cerebro a través del nervio óptico, permitiendo recuperar parte de la visión.

El uso del implante requiere además que los pacientes aprendan durante meses a interpretar las imágenes.
Mahi Muqit calificó la tecnología como “pionera y que cambia la vida”. “Este es el primer implante que ha demostrado dar a los pacientes una visión significativa que pueden usar en su vida diaria, como leer o escribir. Creo que este es un avance importante”, afirmó.
El ensayo, publicado en el New England Journal of Medicine, incluyó a 38 pacientes con atrofia geográfica en cinco países europeos. De los 32 pacientes que recibieron el implante, 27 pudieron volver a leer usando su visión central. Tras un año, mejoraron hasta poder leer 25 letras o cinco líneas más en una tabla optométrica.
Para Sheila Irvine, la mejora es notable. Sin el implante, no podía leer; con él, completó una tabla optométrica sin errores, mostrando entusiasmo y concentración. El procedimiento requiere mantener la cabeza muy estable y, en algunos casos, usar el modo de aumento para distinguir letras similares.
Sheila comenzó a perder visión central hace más de 30 años y se desplaza con un bastón blanco debido a su visión periférica limitada. Tras recibir el implante hace tres años, puede leer correo, libros y resolver crucigramas y Sudoku. “¡Ni en sueños pensé que volvería a leer!”, comentó.
Aunque Sheila no usa el dispositivo al aire libre debido a la concentración que requiere, lo emplea en casa para sus tareas diarias.
El implante Prima aún no está autorizado fuera de los ensayos clínicos y su costo no está definido. Sin embargo, Mahi Muqit espera que esté disponible para algunos pacientes del NHS en Reino Unido “dentro de unos pocos años”.