El ministro israelí de Defensa, Israel Katz, reiteró ese martes que “Gaza sería destruida” apenas unas horas después de que diera comienzo la nueva ofensiva militar a gran escala sobre el enclave palestino con la que el Gobierno esperaba recuperar a los rehenes, pese a las advertencias del riesgo que estaban corriendo.
“Queríamos tomar el control de la ciudad de Gaza porque en ese momento era el principal símbolo de gobierno de Hamás. Si Gaza caía, caerían ellos”, afirmó el ministro de Defensa durante una visita a un cuartel general del Ejército, cuyas tropas operaban en esa zona del territorio palestino.
Katz aseguró que los palestinos “pagarían el precio” y que “Gaza sería destruida”, responsabilizando de todo ello a los altos mandos de Hamás, a quienes acusó de haber “arruinado y acabado” con el enclave.
El ministro de Defensa justificó la operación por la negativa de Hamás a entregar las armas y los rehenes de manera voluntaria. Este nuevo despliegue, aseguró, “derrotaba de manera directa” al grupo palestino al mismo tiempo que “creaba un mayor incentivo para la liberación de quienes seguían bajo su poder”.
Por su parte, el jefe del Ejército de Israel, Eyal Zamir, incidió también en su primer balance de la renovada ofensiva, bautizada como ‘Carros de Gedeón’, en la importancia de la ciudad de Gaza para Hamás. “Era una zona vital”, aseguró.
“Recaía sobre sus hombros la misión de derrotar a las brigadas de la ciudad de Gaza”, alentó Zamir en su visita a las tropas encargadas de la operación, a las que subrayó que se trataba de un “paso decisivo” para cumplir con la misión más importante: traer a casa a todos los rehenes y desmantelar a Hamás.
“La amenaza había cambiado, pero nosotros también; veníamos mejor preparados. Esta era una acción crucial para continuar la guerra”, dijo.
Más tarde, el portavoz del Ejército, Effie Defrin, afirmó que las tropas harían “todo lo posible” para proteger a los 48 rehenes que todavía estaban en manos de Hamás, de los cuales 20 se encontraban con vida, después de que sus familiares acusaran al Gobierno de usar a los secuestrados como “escudos humanos”.
Defrin también aseguró que Hamás impedía a los civiles evacuar las zonas de combate. Según estimaciones del Ejército, más de 350,000 palestinos se desplazaron de la ciudad de Gaza hacia otros puntos del enclave palestino en las semanas previas.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, resaltó que el Ejército trabajaba “para abrir rutas adicionales que permitieran una evacuación más rápida de la población” al tiempo que pretendía “lograr la derrota sobre el enemigo”.
Netanyahu asistió ese martes a una reunión para supervisar la nueva ofensiva militar junto a Katz y el asesor de Seguridad Nacional, Tzahi Hanegbi, en la sede del Ejército en la base militar de Kirya, ubicada en la ciudad de Tel Aviv.
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El Ejército de Israel lanzó ese martes una ofensiva a gran escala para intentar capturar la ciudad de Gaza, situada en el norte de la Franja, tras semanas de intensos bombardeos y órdenes de evacuación para expulsar a la población. Los ataques dejaron cerca de 65,000 palestinos muertos y más de 165,300 heridos.
Con información de Europa Press