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jueves, febrero 27, 2025

Películas para cortar con el enamoraMIENTO y una mini serie original -y su remake-

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Como ya pasó el 14 de febrero, ahora le toca al resto del año celebrar los días del no-amor-romántico. Por eso, fijaremos nuestra atención en su lado contrario, en esas narrativas dedicadas al desamor de las relaciones, tal y como se manifiestan en la cruda realidad, fuera de la pantalla.

Bueno, no tan tal y como exactamente (menos la última recomendación, que pudiera ser la más cercana a la realidad), pero a pesar de ser un tema obvio y gastado, resulta interesante revisitar cómo se retratan algunas obras en ese tema, que destacan por ese retrato del impopular y no tan taquillero desromance.

Que a pesar de ser más común, en lo relacionable con lo que vivimos día a día, resulta menos consumible que su contra parte: la romantización del enamoramiento, bendecido y todo por el mismito San Valentín.

Y es que no esta demás recordarnos que, así como el amor tiene sus bondades, desenamorarse también tiene ventajas y virtudes.

Acá van las cinco recomendaciones de películas por excelencia para agradecer tu soltería y hasta un corazón roto, y -una extra- una mini serie. Todas sobre el desamor del amor, que te harán pensarlo dos veces, antes de romantizar el sentimiento y aplastar todas las expectativas idealistas de que el amor todo lo puede, todo lo soluciona y todo lo vence. Porque sí lo hace, siempre y cuando, la fantasía no sea alcanzada por la realidad.

Porque nos guste o no, lo único certero en estas cosas del corazón es que, si bien se trata de sentir, también se trata de trabajar, construir, acordar, recapacitar, planear, replantear y aceptar que nada, ni nadie es perfecto, ni para siempre, y eso está bien.

Historia de un matrimonio
(Marriage Story. Dir. Noah Baumbach, 2019. EU)

Esta maravillosa y dulce amarga película es simplemente un momento a momento de la ruptura de un matrimonio, tal como su título lo dice, en donde se refleja todo ese vaivén emocional entre la pareja, justo cuando deciden vivir separados y todo lo que eso implica.

De los largometrajes más personales de Baumbach, por casi ser un relato de la experiencia del mismo divorcio de sus padres, es de sus direcciones más íntimas y bien logradas, gracias a unos personajes espectacularmente interpretados por Scarlett Johanson, Adam Driver y una implacable Laura Dern.

Sin duda te hará pensarlo dos veces antes de dejarte llevar por las llamas del amor romático y las coincidencias en la admiración mutua, que esas por más vivas que sean en un inicio, con el tiempo también se apagan y terminan por desvanecerlo hasta a uno mismo.  

Un filme que se distingue por su sentido romántico – trágico y su original forma de retratar un tema tan fuera de lo ordinario.

Con secuencias extraordinarias y coreografiadas a la perfección, tiene la valentía de mostrar una historia de amor, en una de desamor, entre personas tan distintas como involucradas una con la otra.

Es por completo una metafóra del idealismo platónico y como escapar de la realidad, por medio del sueño romántico, pero viviendo en la realidad contraria, a base de un silencio que lo dice todo.

Si tienes ánimo de vivir una historia sin final feliz pero con enternecedora ilusión poética, esta es la opción perfecta.

El objeto de mi afecto (The object of my affection. Dir. Nicholas Hytner, 1998. EU)

Cuando Jennifer Aniston participaba en la exitosa serie Friends (WB), se dio tiempo para hacer esta modesta película con Paul Rudd, donde interpreta el papel de Nina, una mujer que se embaraza de su ´casi novio´, pero no está interesada en tener una relación formal con él, así que decide tener al bebé por su cuenta.

De quien Nina sí esta interesada, es de su amigo George, que dicho sea de paso, es homosexual, un “detalle” que ella elige pasar por alto, y hace todo para tratar de llevar la amistad más lejos, en su ilusión por criar a su bebé con su mejor amigo, por encima de que el personaje de Rudd, -George-, no está interesado en ella, por obvias razones.

El film cuenta como a veces creemos estar enamorados de alguien, cuando realmente sólo estamos pensando en lo que quisieramos que fuera ese amor, desde una idea, sin siquiera tomar en cuenta los deseos, intenciones e inclinaciones del otro; y sufrimos por querer vivir una ilusión a nuestro modo y gusto, en una realidad que para nada está al alcance de esas expectativas.

Porque el querer algo con la idea de amarlo, no significa que lo ames ni que vayas a hacerlo.

La línea del personaje Rodney Frasser le dice todo:

“No seamos demasiado duros con nosotros mismos, si el objeto de nuestro afecto nos responde el favor con menos entusiasmo del que nosotros hubiéramos querido”

(“One shouldn’t be too hard on oneself when the object of one’s affection returns the favor with rather less enthusiasm than one might have hoped”)

Triste San Valentín (Blue Valentine. Dir. Derek Cianfrance, 2010. EU) 

Ahora un poema, para desenamorarte: Dos jóvenes se conocen en sus veintes (Ryan Gosling y Michelle Williams), y se enamoran contra corriente de las circunstancias y sus pocas coincidencias, pero tienen la juventud y la ilusión del futuro por delante.Pero como toda historia de enamorados, los protagonistas de esta, tampoco se salvan del desenamoramiento cuando se juntan el pago de la renta, los servicios, el trabajo y la crianza de una hija, después de 7 años juntos.

En la narración contada a destiempo, vemos como inicio su dulce relato hasta convertirse en la agonía de la monotona responsabilidad de la adultez. También destaca como sus discrepancias, que al principio no parecían tener importancia, terminan por quebrar, esa esperanza de amor juvenil, con todas las buenas intenciones, pero sin los cimientos necesarios para sostenerse si quiera en las dulces mieles de la pasión.  

En los encuadres de cada narrativa, pasada y actual, podemos darnos cuenta de que ese matrimonio tan aburrido y falto de coincidencias, de ahora, empezó como una historia tan parecida a todas, con romance, drama, momentos dulces y una ilusión que parecía inquebrantable, años atrás.

Si quieres saber como el romanticismo juvenil se estrella al llegar la responsabilidad de la adultez,  es la película adecuada del no san Valentín.

Pd. La escena del final es extremadamente tierna  y triste, capaz de conmover al más escéptico extremo, sin sentido alguno del romance.

Los amantes del círculo polar (Dir. Julio Medem, 1998. España)

Esta joya del cine español, es considerada una obra de culto. El máximo de las películas románticas con tema trágico, y para una servidora, es el idealismo hecho filme, del amor que no es amor, pero parece que pudo serlo.

Los amantes del cículo polar es una fábula del romance juvenil contada entre historias cruzadas desde el punto de vista de los dos personajes, toda en dos puntos de vista líneales y entrelazados.

Los detalles, -desde los nombres capicua o palídromos, de los protagonistas: Ana y Oto (Najwa Nimri y Fele Martínez)-, el como se conocen, la hilación de las historias en una y de fondo una fotografía maravillosa, la hacen una exiquisitez audiovisual para beneplacito de los corazones rotos.

Todos estos elementos jugados a la perfección, mantienen al espectador entre el misterio y lo fantástico, para un final como pocos.

En una humilde opinión, retoma elementos de las Alas del Deseo (Wender W, 1987) y es mucho más entretenida y despegada del recurso cursi, que el remake de Wender, la estadounidense Un ángel enamorado (Silberling B,1998).

Secretos de un matrimonio (Scener ur ett äktenskap, Bergman Ingmar 1970, Suecia)

Bergman OG & reloaded HBO ( Scenes of a marriage. Dir. Hagai Levi 2021, EU)

Esta obra maestra que analiza la complejidad de la vida marital, desde lo ordinario de la cotidianidad, es un IMPERDIBLE análisis sociológico del comportamiento humano en una relación de pareja.

Visceral, directa, única en su género, por el tratamiento y desarrollo, es como todo lo que Bergman hace; un ensayo audiovisual completo de las etapas por las que pasan las relaciones, desde los protagonistas, una marvillosa Liv Ullmann, como Mariane, una ex profesionista convertida en madre y ama de casa, en beneficio de la familia y sobre todo, de su ingenioso, carismático y ambicioso marido, interpretado por Erland Josephson.

Es tan actual y bien planteada, que bien podría pasar por documental ficcionado, aún en la época actual.

Y como muestra esta el re make que hizo max (antes HBO) en el 2021, con Oscar Isaac y Jessica Chastain, en un homenaje a la obra de Ingar, que si bien, sufre los cambios de la temporalidad y algunos detalles mínimos, en el resto de la historia se manetiene sin mayores alteraciones y sigue tan vigente como su antecesora.

Por si alguien tiene dudas de lo que puede pasar de la puerta para afuera, en la vida de las parejas, con fachada más ideal, cotidiana y tradicional, se van a topar con una sorpresa, que bien es mejor saberlo antes y no después.

Bonus track:

Como locos (Like Crazy. Dir. Drake Doremus, 2011. EU)

Y una más para el camino, en la categoría de porque el amor joven quiere lo que quiere y no lo que necesita, esta película te hará desistir de una vez por todas de las relaciones a distancia.

Como locos, como el título lo dice, es sobre esa impulsividad e insistencia en no ceder y seguir estirando la cuerda, en lo que se confunde con amor a la simple esperanza ilusionada. De lo que es ese “algo” que se está formando entre dos, que apenas se conocen, y por lo mismo, no lo trata con la madurez, ni la seriedad necesaria desde el principio.

Porque no es lo mismo querer estar con alguien, a reconocer lo que se tiene que hacer para estar con ese alguien. Los protagonistas Anna (Felicity Jones) y Jacob (Anton Yelchin), mantienen ese juego de no querer soltar, para ver quien se sale primero, de ese dañino y tóxico ciclo, al que deciden llamarle “verdadero amor de sus vidas”. Todo esto sin importar lo que derriben a su paso,  y a quien sea que pase por o cerca de su torbellino irracional emocional y viciado. 

Ese final muy a lo Mike Nichols en El Graduado, lo dice todo; de por que es mejor quedarse con los recuerdos bonitos, a estar mal gastando tiempo y energía, en empeñarser por algo que al pasar del tiempo ya no se sabe ni porque era.

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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