“Pena de prisión a las ratas del ISSSTESON”
Consigna sindical
Nuevamente vemos que los jubilados y pensionados del ISSSTESON se plantan frente a Palacio de Gobierno a denunciar el estado de cosas que priva en el instituto que tiene por misión garantizar la seguridad social de los trabajadores activos y retirados y sus familias.
Nuevamente se escuchan los reclamos y denuncias sobre las deficiencias en la atención de los servicios de salud, como los retrasos, reprogramaciones y cancelaciones de cirugías, entre otros procedimientos.
Nuevamente se alza la voz de los pensionados y jubilados señalando el desabasto de medicamentos, la carencia de materiales de curación, cobertura y funcionamiento de los servicios médicos y la lentitud exasperante de respuesta a las solicitudes de pensión y jubilación.
Nuevamente tocan las puertas de Palacio para recibir como respuesta el silencio de quienes tiene la obligación legal de responder al ciudadano que solicita audiencia.
El día 12 de noviembre se reunió una pequeña multitud armada de pancartas y paciencia, de respetuosa y prudente urgencia, de emociones guardadas en la bolsa de lo políticamente correcto. Una manifestación pacífica cercanamente vigilada por guardias nacionales y, seguramente, por policías discretamente vestidos de civil.
Los medios informativos revolotearon en torno a los manifestantes y recogieron las carencias e inconformidades verbalizadas en la calle, con el sol en alto, sin descanso y sin cobijo.
Un día más, una manifestación más, una vuelta más a la tuerca de la indignación ciudadana hacia un gobierno del que se espera humanidad y certidumbre… todavía.
El gobernador ha dicho que se trabaja en el rediseño del ISSSTESON, lo que puede significar varias cosas, pero ninguna solución puede pasar por alto a los derechohabientes del instituto.
Ninguna medida podrá tener éxito sin el conocimiento y apoyo de sus beneficiarios.
Ningún negocio en lo oscurito podrá dejar de iluminarse con el ojo crítico del pueblo.
Ninguna acción pasará inadvertida para quienes son los destinatarios legítimos del esfuerzo público.
Se sabe que el hueco financiero es del orden de los 17 mil millones de pesos, pero aún no se sabe dónde quedaron los miles de millones que fueron desviados del fondo pensionario, ¿a quiénes o a qué fueron destinados?
No se sabe a ciencia cierta si fueron destinados a obra pública o si engordaron las cuentas de funcionarios ganones, en su caso aún impunes.
La transparencia deseada y esperada en el gobierno termina como parte de los buenos deseos de una ciudadanía que no acaba de acostumbrarse a las dilaciones, las mentiras y los negocios privados a la sombra del poder público.
La gente de Sonora merece respuestas, soluciones con sentido social, sin patadas al bote institucional. Mientras se dan las respuestas y las soluciones, la ciudadanía está en lucha, en un contexto donde parece que dar la cara es un lujo que no cualquier político se puede dar. ¿Entonces?