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viernes, noviembre 15, 2024

La crisis liberal

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 “Fúndase este derecho en la común posesión de la superficie de la tierra; los hombres no pueden diseminarse hasta el infinito por el globo, cuya superficie es limitada, y, por tanto, deben tolerar mutuamente su presencia, ya que originariamente nadie tiene mejor derecho que otro a estar en determinado lugar del planeta”
Kant, ‘Sobre la Paz Perpetua’.

El regreso de Dondald Trump a la presidencia fue una gran hazaña política. No sólo por su retorno a la Casa Blanca sino porque se consagró como el líder máximo del partido Republicano dotándolo de poder, identidad, narrativa y movilización social. MAGA (Make America Great Again) es la corriente ideológica que domina en los rojos. Se caracteriza por su proteccionismo ante el exterior, nacionalismo, conservadurismo en temas sociales y la desconfianza en el sistema internacional.

El diseño de las democracias liberales adquirió fuerza a mediados del siglo XX con la intención de fortalecer a la comunidad internacional. Occidente trabajó por la construcción de una paz perpetua que eliminara las posibilidades de otra Guerra Mundial y de los abusos perpetuados por la mayoría en contra de las minorías.  Kant ya había planteado una política exterior que promoviera por completo la pacificación del mundo. En su ensayo de 1795, Sobre la Paz Perpetua, sentó las bases del humanismo común que tenía como finalidad derrocar a los nacionalismos y eliminar las practicas coercitivas entre naciones poderosas para obligar a los países vulnerables a que actúen en pro de sus beneficios.

El diseño institucional internacional incluyó la idea de la ciudadanía del mundo: antes que ser de alguna nacionalidad se es persona. La profundización en el concepto de dignidad humana funcionó como eje rector de las políticas exteriores que se fomentaron con organismos supranacionales de cooperación internacional. El liberalismo y el comunismo eran, por naturaleza, ideologías proselitistas y expansionistas porque planteaban un diseño de cooperación internacional. En cambio, el fascismo y el nazismo eran sumamente nacionalistas y corporativistas porque privilegiaban los intereses de las mayorías y las ideologías identitarias y nacionales sobre la paz mundial.

El optimismo por el triunfo del liberalismo en contra de los fascismos y del comunismo se generalizó. Lo que permitió la construcción de tratados internacionales y el progreso del derecho internacional con cimientos liberales. Sin contraposición ideológica en Occidente, el liberalismo se convirtió en un dogma y en la única opción ideológica para las democracias. El matrimonio entre capitalismo, liberalismo y democracia se convirtió en la ley rectora de las relaciones entre naciones lo que permitió que fenómenos como la globalización se expandieran con facilidad.

Todo sistema social y político es imperfecto porque el ser humano es errático. Las fallas de ese matrimonio generaron desilusión entre los ciudadanos de las naciones. El capitalismo corrompió a la democracia, las instituciones liberales se centraron en trabajar por agendas disociadas con la realidad, las minorías cooptaron la agenda internacional y las naciones ricas utilizaron los organismos internacionales para orquestar el diseño del mundo a su manera.

Otras naciones, con paradigmas distintos y un sistema político y social diferente, emergieron e irrumpieron en el panorama internacional logrando progreso y desarrollo. Las amenazas para el orden mundial occidental se intensificaron tanto por el crecimiento de Oriente como por la constante injerencia que empezó a ejercer el mundo árabe.

“El sistema liberal se vio amenazado por diversas razones. Muchas de las promesas que hizo el liberalismo resultaron ser ilusorias. Al mismo tiempo, las mayorías en varios países se fueron desilusionando, ya que problemas como la desigualdad, la redistribución de la riqueza y la integración del multiculturalismo quedaron sin resolver.”

La democracia liberal en su esencia es indirecta y busca ponerle candados a las mayorías para evitar abusos. La falta de empoderamiento a lo que los populistas han denominado pueblo por tantas instituciones e intermediaros indirectos aunado a las fallas en la ejecución del sistema liberal generaron un descontento con el sistema que le permitieron a ciertos líderes polémicos llegar al poder con la promesa de representar directamente los intereses de las mayorías.

El hartazgo a las democracias liberales se encausó con discursos que apelan al nacionalismo promoviendo movimientos homogéneos antipluralistas. Las denominaciones de derecha e izquierda se desdibujan porque la política identitaria ligada a las raíces de las culturas está en su auge. Estas circunstancias ponen en riesgo el diseño internacional occidental que se construyó con tanto esfuerzo.

Trump ganó las elecciones prometiendo rediseñar el sistema internacional con una agenda antiliberal y anticomunista. MAGA es el ejemplo de que la idea de comunidad internacional y ciudadanía del mundo ha perdido fuerza. Sus promesas de campaña incitan a debilitar los organismos internacionales para priorizar los intereses de su nación.

Lo que está en crisis en el mundo y ha permitido la escalada del populismo son las instituciones liberales, alejadas de la realidad cotidiana de las personas han dejado de representar los intereses de la mayoría, se perciben como medidas elitistas que no aportan en el desarrollo de las personas ni de las naciones. Son cargas gravosas que se deslegitiman con facilidad.

La democracia está siendo entendida como una representación directa de las mayorías, los principios de contrapesos y cooperación internacional se suplantan por medidas populares y sencillas. Los pueblos quieren arrebatar los controles que se impusieron para evitar que cometieran atrocidades. Se considera que llegó la hora de su empoderamiento. La crítica al dogma del liberalismo se intensifica –con justa razón–. Puede que estemos presenciando la construcción de una tercer vía nacionalista, proteccionista, colectivista, popular y directa de algo que algunos intelectuales han denominado democracia iliberal.

Aviso

La opinión del autor(a) en esta columna no representa la postura, ideología, pensamiento ni valores de Proyecto Puente. Nuestros colaboradores son libres de escribir lo que deseen y está abierto el derecho de réplica a cualquier aclaración.

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