La memoria incita y obliga. La memoria se convierte en un llamado determinante que ronda una y otra vez, con insistencia. Al llamado acude María Herrera. Y es entonces que edifica ‘El libro de José’.
Este libro se confecciona desde diversos escenarios, aquí la nostalgia es alegría, el amor una constante, la familia: férreo coro de voces que avante anda por la vida, unidos todos, en la persecución de los pasos que el trabajo del padre y la madre, indican.
Leer a María es descubrir que nuestra región, Sonora, Caborca, tiene un baluarte en las letras, un nuevo nombre que se suma a los ya consagrados, una pluma jovial que instaura su propio estilo para recrear los pasajes del territorio y desentrañar historias que necesarias deben rondar de mano en mano, de mirada en mirada.
Porque de qué otra cosa va la literatura que es poesía, que es el recuento de sucesos, si no de comunicarnos, decirnos lo que ocurrió aquí y allá.
A través de la pluma de María el lector puede recorrer el campo y la mar, la desgracia y la tragedia, las ilusiones y un canto formidable en la voz de José, el protagonista, el incitador de lo que sucede en este instante en el cual nos reunimos a escuchar.
Cuán importante es la conservación de la memoria en la mirada de esos ojos de niña. El desplazamiento a los rincones aquellos, el acontecimiento aquel que marca para siempre. María generosa acude inherente (porque así lo dicta el recuerdo, porque así le implora la historia), a la escritura, para hilvanar la trama que es tierra, resistencia, ilusiones y el dolor como una ola que se va y regresa, que se va y regresa.
Agradecer procede cuando uno como lector recorre las páginas de ‘El libro de José’, porque en su propuesta, por demás honesta, la escritora desentraña un cúmulo de voces (acierto en cada una de ellas) para dar vida y humanizar desde el amor la existencia de una familia y sus integrantes donde, la lucha cotidiana es bastión, y la fraternidad ese faro que todo lo ilumina, en el interior de la casa, en las veredas del campo, en los surcos y los árboles que atestiguan el deseo de vivir.
¿Cómo serán las manos que afanan en la tierra? ¿Cómo será un domingo por la tarde en la fiesta más esperada del pueblo? Cuánta capacidad, María, para describir la belleza de las mujeres que habitan en las historias de esta novela que nos propones. Cuánto atino, María, en la descripción de la nobleza de esos hombres que labraron los pasos en la edificación de tus apellidos.
Caborca y sus regiones, están aquí, con la mirada de frente y plena de dignidad, en el trazo, el corte y confección de una niña que se armó de valor para decir presente en la vida, en el aprendizaje de las tareas que a la postre le llevarían a desarrollar esta formación que ahora expone con la voz completa, la mirada incólume.
De no ser por la existencia de esta obra, nosotros los lectores desconoceríamos parte fundamental de la historia de Caborca y pueblos circunvecinos. Al leerlo en este estilo tan propio, tan eficaz, es inevitable el deseo de agradecer. Y quedar a la espera de esos otros libros por venir desde la firma de María Herrera, la escritora oriunda de Caborca.
Hay una paloma en la mirada, en el vuelo la clarividencia.
*Texto leído en la presentación de ‘El libro de José’ en Feria Internacional del Libro de Caborca (Fildec), el 03 de noviembre de 2024.