El Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), fundado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, aprovechó el descontento de las bases populares causado por la corrupción, la negligencia y la desigualdad. Sentimientos que generaron una añoranza por el corporativismo mexicano y el nacionalismo revolucionario. MORENA y AMLO llenaron el vacío que el priismo había dejado en el país y con un discurso populista y ciertas políticas de carácter social lograron obtener el apoyo de las bases populares.
Las crisis y las escisiones que causó MORENA dentro del PRI en 2018 permitieron que Alejandro Moreno tomará la dirigencia del partido en 2019. El joven político de Campeche prometió que en su dirigencia se fortalecería la militancia del partido y trató de evocar algunos valores del nacionalismo revolucionario. La realidad es que cerró las puertas y permitió que los militantes descontentos dejarán el partido.
A pesar de los malos resultados de la elección de 2018 con un candidato como José Antonio Meade, el partido logró obtener más de 9 millones de votos. En gran medida, porque la elección de ese candidato convenció y mantuvo contentos a los militantes del partido.
En las elecciones presidenciales de 2024, los dirigentes de los partidos opositores a MORENA hicieron una alianza electoral con la finalidad de evitar la consolidación en el poder del proyecto de nación de Andrés Manuel López Obrador. La alianza entre el PAN, el PRI y el PRD –rivales históricos– no convenció a las bases populares porque fue impulsada por cúpulas empresariales y políticas que detestaban a MORENA y a sus aliados.
La peor derrota electoral en la historia del partido se dio en la elección pasada. La candidata de la alianza, Xóchitl Gálvez, perdió parte del apoyo militante del partido obteniendo alrededor de 5.7 millones de votos por parte del PRI. Movimiento Ciudadano superó al PRI en la votación presidencial. De nueva cuenta, el priismo traicionó otra de sus máximas que desde la presidencia del partido en 1986 de Jorge de la Vega Domínguez ha venido olvidando, el apoyo de las bases sociales y populares.
En la esencia del Revolucionario Institucional está la unidad. Desde que nació, el priismo había logrado lo imposible para cualquier institución moderna en Latinoamérica, la adaptación y la supervivencia a través de la conciliación y la apertura. Alito atentó en contra de esos principios internos traicionando las dos batallas pragmáticas que le habían permitido al partido recuperar el poder en 2012: la democratización y la conciliación.
A causa de la histórica derrota del partido en las elecciones de 2024, el dirigente nacional del partido, ‘Alito’ Moreno, convocó urgentemente a una Asamblea Nacional para reformar los estatutos. Quien encabezó la peor derrota electoral del partido, se reunió con delegados de la Asamblea para buscar la modificación de estatutos. Las problemáticas más graves que enfrenta el partido son: la pérdida masiva de militantes en los últimos 6 años, la desaprobación popular del partido en el país, la falta de convicción e identidad partidaria, la pérdida de credibilidad de sus liderazgos y candidatos y el rezago estatuario, fruto de un estancamiento estructural.
La Asamblea se llevó a cabo a puerta cerrada el 7 de julio en el Pepsi Center, con polémica y con la desaprobación de históricos militantes del partido, Alejandro Moreno, en una votación a mano alzada, logró modificar los estatutos para reelegirse como presidente del partido atentando en contra de la cultura democrática, una de las únicas banderas que le queda al partido.
Con el pretexto de una militancia fuerte y de una carrera desde abajo en el partido, ‘Alito’ considera que la única forma de rescatar al PRI es cerrándolo a sus seguidores y amigos. Quiere a pocos, pero bien comprometidos. Su idea del partido puede destruir por completo el intento para abrirse a la sociedad con la intención de reclutar más militantes y lograr recuperar un apoyo popular. La cerrazón del PRI, lo llevará a ser uno más de los partidos satélites que existen en el país. Sin una alta capacidad de convocatoria y con ideas sumamente totalitarias, el partido de ‘Alito’ renuncia a atender las demandas democráticas y populares de la gente para decrecer de tal manera que su pequeña estructura le permitan a él y a sus seguidores alcanzar puestos en el poder
En la Asamblea, Rubén Moreira y Moreno declararon que van a desterrar la corrupción y al neoliberalismo del partido, dando a entender que retomarán las causas sociales como banderas de lucha. El problema es que el líder del partido está desacreditado y manchado por acusaciones de corrupción y cinismo.
La urgencia de que MORENA tenga algún partido competidor en lo ideológico hace pensar que el priismo tiene que regresar a sus bases y voltear a las luchas sociales y a las causas populares, motivaciones que abandonó desde el salinismo. El diagnóstico de Alejandro Moreno en ese sentido es correcto, el problema es que el partido no está en condiciones para ser representado por un líder que genera división y polémica. Como cuarta fuerza política del país y con la amenaza de una desbandada mayor de militantes, difícilmente se mantendrá a flote con un liderazgo tan cuestionado.
