Es muy curioso, pero en un pueblo mundialmente famoso por su “machismo” considerado hasta patrimonio turístico, puso en la tribuna de la discusión del futuro de los mexicanos a dos mujeres, propuesta que fue arropada por su gente de mil amores. Y que les digo, el resultado electoral parece tener en shock a la mayoría de los observadores y medios de comunicación. La palabra “celestina” es un calificativo con que se le etiqueta a la persona que facilita o promueve de manera encubierta contactos con fines políticos, comerciales o de otro tipo; que nace de una tragicomedia con ese nombre y que por cierto fue prohibida en el año de 1792 en España, porque se trataba de favores “extramaritales” por ponerle de algún modo.
¿Será cierto que cada Pueblo tiene el Gobierno que merece?
Recodemos que al igual que las guerras las campañas son luchas por el poder; así que revisemos de cerca cómo se han dado los últimos triunfos en nuestro país. En el año de 1988, Cuauhtémoc Cárdenas incendió la entonces opinión pública cuando protestó por la embestida del gobierno presidencial contra su proclamado logro electoral. Sin embargo, el partido en el poder se mantuvo y además ganó en esa contienda 60 senadores y 262 diputados federales.
A la elección presidencial del 94 algunos la consideran la más legítima de la historia; triste porque fue producto del miedo por el magnicidio de Colosio; además el partido oficial ganó 95 posiciones en el Senado y 300 en la cámara de diputados.
La elección del 2000 fue otra historia, el entonces presidente Zedillo quien fuera candidato sustituto del extinto Colosio, no autorizó embestida alguna contra el popular candidato de Acción Nacional Vicente Fox, pero el PRI conserva 60 senadurías y 208 diputados federales ante el primer presidente panista.
El 2006 no fue tan bueno para los azules, López Obrador se abre paso en el PRD y se proclama ganador, sin embargo, el partido en el poder no concede y Calderón asume la presidencia con solamente 52 senadores y 206 diputados federales, por cierto, pasando al partido tricolor al tercer lugar en la lucha presidencial con su candidato Madrazo.
La popularidad de Peña Nieto regresa al tricolor a Los Pinos el 2012, dejando en el camino a López Obrador que poco tuvo que decir en aquel tiempo. Ese fenómeno contó con el respaldo de los gobernadores de los estados priistas incluyendo el de su natal Estado de México y mucho más allá, también con el abrazo insólito de Televisa, en un momento en que la televisión era la herramienta de más penetración en la sociedad. Ganaron con ellos también 61 senadores y 241 diputados federales.
El 1ro. de julio de 2018 México experimentó un “sunami electoral” operado por primera vez desde la oposición. Era la nueva época en que las redes sociales que tomaron la palabra, frente a un acorralado presidente de la república golpeado sin tregua por sus depredadores poderes fácticos, que se sumaron a la lista de otros “aliados” de López Obrador, tomando por sorpresa a la clase política del país y arrebatando no sólo la silla presidencial sino además las cámaras y la mayoría de las posiciones en el país.
Ante esto, queda claro que el triunfo o la victoria se conciben sí, con una inspiración de reconocimiento o castigo, pero solamente hasta cierto punto; lo que te hace llegar es la “fuerza que te acompaña”; lo que te hace “arrasar” es la debilidad de tu oponente.
El “cómo” sucede esto, es de lo que nadie habla. Se comenta de porcentajes altísimos de participación ciudadana y nosotros nos preguntamos ¿es el voto comprado voluntad ciudadana? ¿es el acarreo de votos participación? ¿Es el embarazo o robo de urnas convicción? La verdad de las cosas y hagámonos la pregunta: ¿A qué edad la mayoría de los mexicanos entiende la función de un diputado? ¿Qué porcentaje de la población votante sabe por qué es vital la función de un magistrado? ¿Qué porcentaje de la población le interesa o prevé el tema de los equilibrios del poder?
Para esta elección hubo “bufete de tretas” y les platico porque hasta nombre tienen: el carrusel, el ratón loco, la mesa que más aplauda, el mapache, el migrante, ya todos no tardan en cobrar derechos de autor; porque ya nadie averigua si son delito, la preocupación es saber “cómo y de cuanto”. Porque déjenme asegurarles que sí, la gente de México fue influida por el agradecimiento por los programas sociales que desfrutan, no sin antes mínimo ocupar “un apoyo” por el viajecito a la casilla, porque si no, no hay voto. Si, ya sabemos y merecen gran reconocimiento y que hay un segmento de la sociedad con verdadera conciencia cívica, que conoce y comprende; pero no son los que lograron el 60 por ciento útil, que se sume a la vendimia ciudadana que vimos el domingo 2 de junio y que ahora resulta andamos presumiendo. ¿Y cuál es la opinión ahora de los “que aspiran un día ser candidatos? un simple “yo definitivamente Nunca tendría ese Recurso”, ni una planta laboral de empleados de gobierno que trabajen para “el proyecto” de no quedarse sin trabajo para fin de año. Porque no estamos hablando ni de ganar, cuesta participar y aparte cuesta cuidar tu cancha.
Sería muy injusto culpar del todo a la sociedad de esto y mucho menos acusarla llanamente de que vende su voto. Lo que en realidad sucede es que estamos perdidos en un formato que alguna vez funcionó; el de hacer una narrativa basada en la descalificación. Es verdad, la sociedad no es que tenga el gobierno que se merece, tiene como escuché por ahí el gobierno que permite y eso la hace “celestina”, porque deja pasar lo incorrecto a cambio de dinero, pero también tiene sus razones. El fondo es que no hemos sabido poner sobre la mesa una propuesta que convenza, ni elementos que la hagan creíble al grado que los ciudadanos no cobren su voto y decidan “donarlo” a una causa que de verdad comprendan. ¿Qué sigue? Pues preguntarnos: ¿Será hora de detenernos? Es verdad, somos el problema, pero también somos la solución.
