Luego de más de 20 años de prácticamente haber desaparecido, en pleno Aniversario de La Revolución, el gobierno de López Obrador busca revivir el transporte ferroviario de pasajeros en nuestro país.
En 1995, una reforma constitucional modificó el régimen de participación exclusiva del Estado en los ferrocarriles, a fin de permitir la intervención de privados mediante el otorgamiento de concesiones.
Al considerarlo como un negocio no rentable sin el apoyo del Estado, las compañías que obtuvieron las concesiones determinaron suspender el transporte de pasajeros y concentrarse en el transporte de carga.
En el reciente decreto lanzado por el Gobierno federal, se plantea poner en marcha siete rutas y los concesionarios, principalmente CPKC de México y Ferromex-Ferrosur, tendrán hasta el 15 de enero de 2024 para presentar un plan encaminado a la reactivación del transporte para pasajeros.
Si las empresas no presentan dicho plan en el plazo indicado, serán las Fuerzas Armadas quienes se encarguen del nuevo proyecto presidencial.
El tema no es sencillo para las compañías, ya que les implicará modificar sus operaciones diarias de carga, priorizando el transporte de pasajeros como lo indica el decreto, ante lo que seguramente tendrían que reducir sus viajes de carga, y esto les ocasionaría pérdidas.
Los trenes de pasajeros representan un negocio que en casi todo el mundo requiere de subsidios gubernamentales para ser rentable.
Tan solo en 2021, el Congreso de Estados Unidos autorizó 66 mil millones de dólares (1.1 billones de pesos) en subsidios para su sector ferroviario, a fin de mejorar su infraestructura, sus estaciones, construir pasos a desnivel en ciudades y modernizar la flota de trenes.
Desde luego que es deseable contar con un sistema ferroviario de pasajeros. En Estados Unidos, aunque los trenes de pasajeros no son tan prominentes como en Asia o Europa, existen empresas como Amtrak, que conectan importantes ciudades y regiones del país, ofreciendo una alternativa al transporte por carretera o aire.
Europa, por su parte, es conocida por su extensa red de trenes de alta velocidad en Francia, España, Alemania, Reino Unido y Bélgica, los cuales conectan países de manera eficiente, permitiendo a los viajeros desplazarse entre varias ciudades sin problemas.
Además, los sistemas de alta velocidad son considerados opciones más ecológicas en comparación con los viajes en avión o automóvil.
Y en países de Asia como China, donde las distancias entre ciudades son considerables, los trenes de alta velocidad proporcionan una alternativa rápida y cómoda para viajes de larga distancia, compitiendo con el transporte aéreo.
Pero en todos estos países la historia es la misma: Los gobiernos invierten enormes cantidades de subsidios para que las empresas enfrenten sus costos de operación y, con ello, hacer accesibles los pasajes para los viajeros.
Independientemente de si los proyectos serán ejecutados por las empresas concesionarias o por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), será indispensable que el Gobierno federal invierta una cantidad considerable de recursos para revivir los trenes de pasajeros en nuestro país.
Tomando en cuenta todo esto: ¿es realmente indispensable gastar en reactivar esta modalidad de transporte? ¿Se cuenta con recursos suficientes para hacerlo? ¿No existen otras necesidades más apremiantes?
La realidad es que todo indica que las finanzas públicas en nuestro país no pasan por su mejor momento. Es importante recordar que recientemente en el Paquete Económico 2024 se contempló un déficit público equivalente al 5.4% del Producto Interno Bruto (PIB), el monto más alto en los últimos 36 años.
Adicionalmente, no hay duda que existen prioridades mucho más urgentes en nuestro país que obligan el uso de los recursos públicos, como acabar con el desabasto de medicinas, ampliar la cobertura de salud, mejorar las condiciones físicas de las escuelas, equipar y capacitar a las policías estatales y locales, garantizar el abasto de agua en las ciudades, entre muchas otras.
Lamentablemente, todo indica que esta “inspiración” presidencial de fin de sexenio va en serio y al menos de aquí y hasta el 1 de octubre de 2024, se tratará de incluir en la lista de proyectos que terminará impactando negativamente al erario, sobregirando su costo y engordando el pesado zoológico público de albinos paquidermos.
Twitter: @gomezreyna