Ahí les va, de parte del Ayuntamiento de Hermosillo, a los diputados y gobernador de Morena, supuestamente municipalistas, el asunto de la municipalización del poblado Miguel Alemán.
El asunto revive de manera recurrente cada varios años. En justicia, y de acuerdo a los criterios de la Constitución de Sonora, se lo merece. En un descuido hasta pudiera ayudar a aliviar la pobreza. Pero vamos por partes.
Municipios pervertidos por la coordinación fiscal
La idea original del municipio libre, plasmada en la Constitución de 1917 y que prevalece a nivel internacional, es que cualquier comunidad que pueda sostener, con sus impuestos y recaudación, la administración de sus servicios municipales (policía, agua, saneamiento, pavimentación, catastro, parques, entre otros) se le otorgue y apruebe convertirse en municipio. Este principio está plasmado en el artículo 64, fracción XII, de la Constitución de Sonora.
El criterio de fondo es que el municipio sea agente de desarrollo y bienestar local. Para ello, se requiere que el municipio tenga cierto tamaño y alcance un nivel de capacidad técnica y profesional que no alcanzan los municipios menores. En rigor lógico, de acuerdo con lo plasmado en la constitución, cada municipio debería tener como cabecera a una ciudad de cuando menos diez mil habitantes. Este es el criterio que siguen nuestros estados vecinos de las Baja Californias y Sinaloa, cuyos municipios tienen siempre una cabecera urbana y por ello tienen pocos municipios.
Sin embargo, el estado de Sonora, a contrapelo del criterio constitucional, ha mantenido cuando menos cincuenta municipios que no cumplen con el tamaño de población y que tienen menos de diez mil habitantes.
Para colmo, el Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, vigente desde 1980, vino a empeorar y a pervertir el criterio para erección de municipios. De acuerdo a este sistema, los municipios ya no necesitan recaudar sus propios ingresos sino que pueden existir y subsistir solo con las participaciones fiscales que les otorga mecánicamente el gobierno federal de acuerdo al tamaño de su población. Es así como en Sonora contamos con municipios que no recaudan ingresos propios, no cobran el predial, ni el agua, ni dan seguridad pública ni buenos servicios a sus comunidades, pero sí reciben mensualmente sus participaciones fiscales con las cuales se pagan jugosos sueldos al alcalde y regidores.
Pero, por otra parte, tenemos la paradoja de contar también con poblaciones que cubren el criterio poblacional de la constitución, pero no se les otorga la categoría municipal. Entre éstos, destaca el poblado Miguel Alemán con sus 40 mil habitantes.
¿Qué hacer con Miguel Alemán?
El poblado Miguel Alemán, por su población es equiparable e incluso un poco más grande que Cananea que tiene 39 mil habitantes. De acuerdo al decreto que distribuye las participaciones y fondos de coordinación fiscal (Boletín Oficial, 13 feb. 2023), el municipio de Cananea recibirá este año poco más de 123 millones a cuenta de las participaciones fiscales y otros fondos. En cambio, la Comisaría de Miguel Alemán, de acuerdo con el presupuesto de Hermosillo de este año 2023, tiene asignado un presupuesto de solo 10.7 millones de pesos. Si bien es cierto que el Ayuntamiento le provee de otros servicios y gastos por otros medios, la verdad es que, a fin de cuentas, Miguel Alemán recibe mucho menos presupuesto que Cananea y solo le tocan las migajas que derrama Hermosillo.
El argumento de que Miguel Alemán no recauda suficiente no vale en la práctica cuando tenemos cincuenta municipios sonorenses que tampoco recaudan ingresos propios y que no cumplen el requisito poblacional.
Otorgar a Miguel Alemán la categoría municipal y recibir directamente las participaciones fiscales seguramente contribuiría a su mayor desarrollo y bienestar de la población. De paso se pudiera aprovechar para cambiarle el nombre por otro más autóctono. ¿Qué tal que se llame Costa Rica como la primera hacienda que se estableció ahí?