El contexto nacional de nuestro país ha llegado ya en una etapa de su metamorfosis hasta el punto de no retorno. Parece dramático: los acontecimientos que se han venido dando los últimos tiempos en México han inquietado a la ‘población’ a sentir y a opinar que hay un visible para unos y aparente para otros ‘golpe de Estado’, dadas las decisiones y en torno a las instituciones de gobierno más emblemáticas, que han sufrido la embestida de parte de quienes ostentan el poder político a nivel federal contra sus facultades y hasta contra su existencia.
Pero revisemos la historia del mundo y definamos si estamos o no evaluando el contexto adecuadamente y por qué sí o por qué no.
Ejemplo 1) En 1913 en México, Francisco I. Madero sufre un golpe de Estado, como consecuencia de la llamada ‘Decena Trágica’ y como resultado Victoriano Huerta instaura una dictadura militar y manda a matar al anterior presidente.
Ejemplo 2) En 1936, el golpe de Estado en España fue una sublevación militar dirigida contra el gobierno constitucional de la Segunda República. Su fracaso parcial condujo a una guerra civil y, derrotada la República, al establecimiento de una dictadura en España que estuvo vigente hasta la muerte del dictador Francisco Franco en 1975.
Aunque parezca este análisis un ensayo de alguna clase de historia de la política del mundo, la verdad es que, en la versión cotidiana el golpe de Estado y por lo que se ve en los anteriores ejemplos, se trata de movimientos que de forma regularmente violenta y sobrepasando el ‘Estado de derecho’ que rige una nación en determinado momento, toman el poder político cambiando materialmente su destino, bajo la gran sensación de triunfo del movimiento inconforme o rebelde. Y manejamos especialmente el concepto poder político porque tendemos a confundir los conceptos Estado y gobierno o poder político. Pero creamos lo o no, la democracia de la historia del mundo siempre ha sido un proyecto no una realidad.
Desde su creación o diseño inicial fue un ejercicio “elitista” de la clase privilegiada y la pensante, por allá en la época de los grandes filósofos de la antigua Grecia. Pero para no profundizar tanto, pues simplemente pensemos que hace solamente 68 años, el 3 de julio de 1955, las mujeres mexicanas sufragaron por primera vez en una elección federal, acudiendo a las urnas a emitir su voto para elegir a los diputados federales de la XLIII Legislatura. En resumen, en este país tenemos sólo 68 años de democracia plena, puesto que la mujer siendo ciudadana no podía votar.
Bueno, pues, sucede que en esta joven práctica del modelo democrático, y que se rige por la Constitución Mexicana, se han venido dando elementos que la han ido matizando, como este de la participación de la mujer y la llamada alternancia, por ejemplo. Aun así y a 23 años del primer ejercicio de la alternancia provocado por el triunfo del PAN en el 2000, parece ser que la evolución democrática está estancada.
“Si no sabes a dónde vas, terminarás en algún otro lugar”. Esta es una las citas del famoso beisbolista norteamericano Yogi Berra y que nos puede hacer pensar que este país está perdiendo su rumbo simplemente porque no sabe a dónde va, o por lo menos su población no tiene conciencia del rumbo que “otros” trazan.
Si partimos de que el llamado Estado se compone de su territorio, su población y su gobierno y que, dadas las ultimas noticias, el equilibrio entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial que conforman el gobierno se está reventando en una abierta batalla frontal, entonces sí: la población mexicana experimenta un severo “golpe de Estado”.
Pero ¿es esto resultado de las acciones de un solo hombre o de la omisión de muchos hombres y mujeres de este país?
Ciertamente que las desavenencias por ejemplo entre el Judicial y el Ejecutivo en México han sido una de las constantes desde que arrancó el sexenio, pero además de la escalada del desgaste institucional, hay otra derivada del choque de titanes que es la ‘polarización tóxica’.
Si hacemos cuentas, “desde el nombramiento de la actual presidenta de la Suprema Corte de Justicia, en México los ataques al poder judicial se están convirtiendo en una narrativa donde no bastan las controversias constitucionales, ni las acciones de inconstitucionalidad, donde las partes ofrecen sus pruebas y sus argumentos”, como advierte el catedrático de Derecho Constitucional de la UNAM, Francisco Burgoa.
La realidad comentada por muchos autores es que, en el mundo, lentamente el modelo presidencialista se está agotando y esto está causando angustia y desesperación por la parte del lado del poder y confusión y gran intolerancia por la clase gobernada porque sentimos que viajamos todos en un barco que no tiene rumbo. Es decir, nos sentimos perdidos, pero quien sabe de qué puerto.
Hay muchos elementos del acontecer diario que nos marcan una brújula apuntando hacia la participación formal y vinculatoria de la sociedad civil en las decisiones de gobierno como siguiente paso en la perfección de una democracia plena. Sin embargo, la provocación toxico-polarizadora está dirigiendo nuestro timón hacia una enfermiza alternancia que solo deja triunfadores y derrotados, pero cero avances cada 6 años.
Lo más malo de este fenómeno de polarización tóxica son los planteamientos categóricos, simplificadores y sin matices y otros peor que ya conllevan el uso de un lenguaje bélico, en el que convocamos más que a los argumentos a la ausencia de autocrítica y el pensamiento excluyente de ‘estar conmigo o contra mí’.
Bueno, y para no perder la costumbre de recomendar una producción cinematográfica, les recomiendo ver ‘NO’, una producción en español que proyecta Netflix en este momento y que narra sobre todas las cosas la desesperación de un pueblo alejado de la democracia.
Y como estamos en medio del Clásico de Octubre, y terminando con otra frase del desaparecido beisbolista Yogi Berra de los Yankees de Nueva York, “esto no se acaba hasta que se acaba”, y por lo que se ve, lo que sigue es tener esperanza y asumir nuestro papel como parte real del Estado mexicano. A ver cómo…
