Hermosillo, Sonora.- Ramón perdió su trabajo en Guaymas y se mudó a Hermosillo; superó el alcoholismo, buscó un nuevo lugar para comenzar desde cero y vende paletas de hielo en la ciudad.
Ramón Valenzuela Miranda tiene 58 años de edad y tiene 28 dedicándose a este oficio que disfruta; sale a las calles con temperaturas de hasta 40 grados para ofrecer un producto refrescante en medio del intenso calor.
“En ese entonces tenía un peso con cincuenta centavos para sobrevivir y una hermano andaba ya trabajando en esto de las paletas y bolis, y dije ‘pues ni modo, hay que ir a vender para ver cómo nos va’ y empecé. Vi que en la ganancia salía el día, y más que estando de empleado.
La primera vez fui un sábado a las paletas, me fui al tianguis y con mucha vergüenza iba caminando, para que ningún conocido me viera, y de ahí llegó el lunes, me fui hasta el Colegio Sonora en el centro y ahí empezó, tengo 28 años yendo a esos rumbos”, comentó.
Asegura que, aunque vender paletas le producía un sentimiento de vergüenza en sus inicios, ahora lo hace con orgullo, un trabajo que disfruta y a través del cual comparte momentos alegres con los demás.
“Ya no hay vergüenza, ya no hay nada. Es de donde como, de dónde visto, todo, todas mis necesidades están en este carrito y con mucho gusto lo hago.
Me gusta ser muy amable con la gente, llevarle lo mejor que puedo a la venta: la mejor paleta, el mejor boli, que no vaya roto, que a la paleta no se le salga a desmoronar a la gente, es lo que cuidamos, la calidad”.
Ramón vende paletas en los alrededores del Colegio Sonora, sale todos los días a las 10:00 de la mañana con el objetivo de vender 200 bolis, esquimales o paletas de hielo.
Debido a su alcoholismo, el cual pudo vencer con el paso de los años, no contrajo matrimonio y no tiene hijos, pero asegura que encontró a muchos de ellos en las escuelas donde llega a vender en la hora de salida; estos pequeños momentos lo hacen feliz.