Columna ¿Qué sigue?
La semana pasada después del “Superbowl”, tuvimos el festejo del 14 de febrero, conocido mundialmente como Día de San Valentín. Difícil circular entre las calles sin encontrarte un vendedor de globos o flores de color rojo por supuesto. Las salidas de los empleos algunas damas cargando arreglos, los jóvenes y niños cruzando calles con sus cajitas de regalos y naturalmente todos los restaurantes llenos desde la noche de la víspera y hasta muy tarde el día 14.
Evidentemente todo este despliegue de gasto y festejo marca que los estragos de la pandemia han quedado atrás, al menos en cuanto a activación de la economía se refiere. Por ejemplo, en 2021, aproximadamente la mitad de los adultos estadounidenses planearon celebrar el Día de San Valentín y gastaron un total de $21,800 millones de dólares, frente a los $27,400 millones en 2020. Un artículo del New York Times publica que La Federación Nacional de Minoristas (NRF, por sus siglas en inglés) estima que más de la mitad (alrededor del 53 %) de los adultos estadounidenses planearon celebrar el Día de San Valentín en 2022, gastando un total de $23,900 millones. Si la estimación se comprueba, 2022 se convertirá en el segundo año de gasto más alto registrado desde que NRF realizó su primera encuesta de gasto en 2009.
Quizás al igual que muchos todavía, seamos consumidores contagiados por el día del amor sin conocer el origen, que déjeme comentar que este no es muy claro. Es posible que la festividad se base en una combinación de la historia de dos hombres. Al parecer, hubo dos San Valentín ejecutados el 14 de febrero. Se cree que la Iglesia Católica pudo haber establecido el Día de San Valentín para honrar a estos sacerdotes, a quienes creían mártires; cuentan de uno, que su delito fue dedicarse a oficiar en secreto bodas para soldados romanos en contra de los deseos del emperador, convirtiéndolo, en un defensor del amor. El otro, que suma a toda esta historia, dice que San Valentín escribió el primer saludo de “San Valentín” a una joven a la que dio clases particulares y de la que se enamoró mientras estaba en prisión por los delitos descritos anteriormente. Según el cuento, antes de su muerte, él le escribió una carta firmada “De tu Valentín”, que sigue siendo una frase de uso común hasta el día de hoy.
Bueno pero ya pasado el gasto y la angustia del afamado día, nuestra siguiente estación en el calendario de las celebraciones, por lo menos en México, se da cita el 24 de febrero que es Día de la Bandera de México. Refiriéndose a amores ahí está uno que hemos dejado de lado: el amor a la patria.
Se erigen monumentos para celebrar las victorias y marcar a media asta días de luto. Son instrumento ceremonioso para escuelas y parques. Y sobre todo son marco indispensable que acompaña los eventos de gobernantes para la fotografía oficial que queda para siempre en la historia.
Pero, ¿qué sucede cuando los lideres promocionados ya no son modelos a seguir para los valores actuales de la sociedad? ¿Acaso seguimos recordando que la Bandera de México debe ser símbolo de la unidad? ¿Algún gobernante es fiel a los principios de libertad y de justicia antes de pedir su presencia en actos protocolarios? La verdad es que nadie repara en estos pensamientos cívicos, porque ya no se promueve realmente el amor a la patria y a sus símbolos. Y claro comienza por definir que nadie comparte tampoco la idea de que vivimos en una patria humana y mucho menos generosa, por lo tanto, pues nadie tiene planeado entregarle su existencia.
¿Y cómo?, si ahora hasta los militares son empresarios en México, por ejemplo. Las últimas décadas, ya poco se ve la vocación de gobierno. Estamos inmersos en un Estado de marketing en el que mostramos un político con el mismo molde que vendemos una marca de jabón y ahí tenemos como resultado las noticias sexenio tras sexenio de actos de corrupción, dado que la mayoría de los aspirantes a los cargos, materialmente llegan a hacer negocio, no política. Y ya más que ser el centro de gobierno o centro de poder, hacia afuera damos la percepción de reducirnos al Centro de Negocios y empleos Gobierno de México o del Estado. Y claro ante tan concurrida fiesta, no hay de que sorprenderse que el ejército también se engranó en la gran feria.
Y como para amar hay primero que conocer, les comparto que la oficialmente llamada Bandera Nacional de los Estados Unidos Mexicanos, es uno de los tres símbolos patrios establecidos por la Constitución, junto con el escudo y el himno nacional. Se divide en tres franjas verticales de medidas idénticas, con los colores en el siguiente orden a partir de la asta: verde, blanco y rojo. En la franja blanca y al centro, tiene el Escudo Nacional, con un diámetro de tres cuartas partes del ancho de dicha franja. La proporción entre anchura y longitud de la bandera, es de cuatro a siete. En el primer significado de los colores, el blanco significaba la religión y la pureza del pueblo, el rojo la unión, y el verde la independencia de España. En un nuevo tiempo el verde es de esperanza, el blanco representa la unidad y el rojo la sangre de los héroes nacionales. El escudo está posicionado en el centro de la franja blanca y está inspirado en la señal del fin del peregrinaje de los mexicas donde luego fundarían la ciudad de México-Tenochtitlán, actual Ciudad de México.
Para quienes no lo sabíamos, existe una Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales que fue aprobada por el gobierno mexicano para la exhibición y el uso de estos; fue aprobada el 8 de febrero de 1984 en el Congreso de la Unión por el entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado.
Dato curioso sobre el escudo, el águila originalmente estaba de frente, pero fue cambiada de lado que casualmente, si observan bien, coincide perfectamente con la geografía de nuestro país.
México cuenta sin duda con una de las banderas más bellas del mundo y debemos sentir gran orgullo al verla. Quizá antes de decir que es hora de defender a nuestro país y sus instituciones, hagamos constar nuestro conocimiento y reconocimiento de los símbolos que nos regresen a los valores de honor. Tengamos este 24 de febrero un DIA DEL AMOR A LA PATRIA.
Por Sara Thomson
