Por José Fidel Ramírez Jiménez
La función de un auditor es emitir una opinión sobre la certeza razonable y con los menores desvíos con relación a la información financiera de la entidad que ha examinado. Para que un auditor ejerza su encargo debe reunir cualidades importantes entre las que se encuentran, la imparcialidad u objetividad, la preparación profesional, la diligencia en la ejecución de su encargo, alto grado de confidencialidad, mantenimiento de una comunicación efectiva y oportuna con el gobierno de la entidad revisada con relación sus hallazgos, al igual, que sugerir las correcciones a aplicarse.
Por la naturaleza de la información (financiera) a revisar, el perfil del auditor encaja en la profesión del Contador Público, originalmente, sin embargo, la complejidad de las operaciones de los entes públicos y privados ha llevado a la necesidad de integrar a diferentes disciplinas al equipo del auditor; está condición es más notoria en el caso de auditoría a las cuentas públicas donde la diversidad de las funciones que se desarrollan en las entidades gubernamentales implican la revisión desde una óptica multidisciplinaria, por lo que cada vez es común incluir en el equipo del auditor a expertos en área jurídica, ingeniería civil, arquitectura, informática, por mencionar los más comunes.
La falta o desvío de alguno de los diferentes atributos, así como en el perfil necesario para la realización del encargo de la auditoría genera un alto grado de riesgo en el resultado de su ejecución, lo cual es realmente decepcionante y en el caso de la auditoría de las cuentas públicas incrementa su gravedad, toda vez que la revisión se realizó sobre el origen de los recursos público y la debida (o no) aplicación de estos a través del presupuesto aprobado. Es decir, la auditoría de las cuentas públicas se refiere al uso de los recursos públicos: financieros, materiales, técnicos y demás; esto es, los recursos que nos pertenecen a todos los ciudadanos por lo una auditoría de cuentas públicas profesionalmente realizada nos ayuda a estar seguros del correcto uso de estos recursos y como usuarios nos resulta es indispensable para poder evaluar la gestión pública desde el aspecto de una correcta utilización de dichos recursos que buscan la satisfacción de las necesidades colectivas más esenciales.
En los diferentes niveles de gobierno, las auditorías de las cuentas públicas nos han develado situaciones preocupantes de desvío de los recursos públicos donde las afectaciones a necesidades de salud, seguridad y otros aspectos se han visto mermados. Sin embargo, existen casos donde señalamientos de los particulares han revelado situaciones anómalas en el uso de nuestros recursos públicos y cuando eso sucede la pregunta obligada es: ¿Por qué no la detectó el auditor? En el caso de que esto fuera muy evidente genera el sentimiento de una falta de alcance en la realización del encargo del auditor, una labor insuficiente o una ceguera intencional.
En definitiva, el trabajo profesional relacionado con las cuentas públicas implica un grado de profesionalización elevado, así como la integración de expertos en otras disciplinas relacionadas con el quehacer gubernamental que permitan un análisis cualitativo (más allá de las cifras) y principalmente una objetividad en la ejecución de este trabajo que permita ver los resultados desde una óptica de que la gestión gubernamental se está realizando de una manera correcta o no, en esto no caben otros matices.
El autor es Contador Público Certificado, Expresidente del Colegio de Contadores Públicos de Sonora. Miembro de la Mesa de Buen Gobierno y Participación Cívica de HCV.