Cuantas cosas hacemos en la vida para distraernos o esconder aún mas nuestra realidad.
Nos formamos en filas de voluntariados, poniéndonos a disposición y comprometiéndonos para ayudar en una, otra u otra actividad; cuando en realidad puede ser, que solo estamos tratando de ocultar un sentimiento de vacío o soledad.
Sin duda, el prestar un servicio y contribuir a generar mejores condiciones de vida a otro ser humano siempre es muy reconocido interiormente y nos genera una sensación natural de bienestar, además de ser también muy bien visto por los demás; ayudar y servir no tiene nada de malo, sino por el contrario: es maravilloso.
Sin embargo, es muy recomendable tener claridad de nuestros sentimientos, de nuestras sensaciones, de nuestro estado de ánimo, de nuestros diálogos, para darnos cuenta si verdaderamente estamos buscando contribuir con la vida y a la vida con algo de lo que nos ha dado y que no sea sólo una forma de escapar y sobre todo de negar-ocultar-rechazar la sensación de profundo vacío.
¿Queremos avanzar?
Si realmente queremos avanzar, es necesario cambiar el auto engaño por el auto-descubrimiento y dar no lo que nos sobra – ni lo que nos falta, sino por el contrario, nuestra primera y principal contribución es lograr la plenitud que brinda la satisfacción de estar 100% seguros de nosotros mismos.
Estar convencidos que la vida es una experiencia dual, donde no hay correcto ni incorrecto. No hay bueno ni malo, solo hay experiencias. Que si bien es cierto algunas pueden ser mas agradables que otras, en realidad solo son parte de nuestra experiencia humana, de la cual necesitamos aprender.
Es como si quisiéramos disfrutar de la luz sin la oscuridad, del amor sin el miedo, de la alegría sin la tristeza que son estados que se mueven en una misma línea, pero con diferentes frecuencias.
Así que aún cuando nos tratemos de esconder, siempre nos encontraremos.
Y como dijo el Principito: “solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos”.