En 1924 un joven de 16 años de edad llamado Osamu Uehara Furuhata llegó a México huyendo de los conflictos bélicos de Japón, se cambió el nombre por “Angel” y consiguió trabajo de vaquero en Hermosillo.
Sin saberlo estaba siendo parte de la historia, pues la primera ola de inmigración japonesa de la que se tiene registro en Sonora fue precisamente entre 1907 y 1924.
A su llegada, Angel Uehara comenzó trabajando en un rancho, con los años consiguió de barrendero en un banco, después logró abrir su propio negocio, se casó, tuvo siete hijos y muchas vivencias en Sonora.
Osamu Uehara, sonorense de 39 años de edad se propuso reconstruir la historia familiar mediante cientos de fotografías y documentos de la vida de sus abuelos.
Su experiencia como migrante japonés quedó plasmada en cientos de fotos, documentos, cartas, recortes y hasta algunos videos que hoy su nieto -también llamado Osamu Uehara Nagano- se propuso organizar y compartir con la sociedad.
Las imágenes cuentan la historia de los Uehara Kitazawa, una familia como cualquier otra de Sonora y de Hermosillo, con la única diferencia que en la Segunda Guerra Mundial tuvieron que mudarse a un campo de concentración para japoneses en el Estado de México.
“Todo esto vale la pena tenerlo digital y a la vista, publicarlo y compartirlo porque son cosas muy interesantes, he llevado un par de cursos de asociaciones México-Japón donde nos hablan de como los familiares tenemos la importante labor de recopilar la información y guardarla”, explicó Osamu Uehara.
Llegar a México en barco sin hablar español
“Mi abuelo llegó de Japón en 1924, tenía la intención de ir a Manzanillo pero lo recibió otro japonés que lo llevó a Nogales y de ahí salió el plan de que se fuera a Hermosillo”, dijo Osamu.
Las primeras imágenes de la colección son previas a 1930 cuando su abuelo consiguió trabajo en el rancho de otro japonés de apellido Katase que le encargó el cuidado de las vacas pues su abuelo no sabía hablar español.
“Hay una anécdota de que los primeros días le dieron una olla y un saco de frijoles y maíz para que comiera, pero él no sabía como prepararlas”, explicó el nieto.
A los años Angel Uehara encontró trabajo en un banco como barrendero, después como cobrador, luego como fayuquero y más adelante logró abrir sus propios negocio: una nevería en Nogales y otra después en Hermosillo.
Neverías La Pagoda y La Ideal en la calle Serdán
“Cuando ya tenía vida establecida y se sentía seguro regresó a Japón a casarse con mi abuela, en ese entonces aún había matrimonios arreglados y regresó en 1936 con ella”, contó Osamu.
Su abuela Misue Kitazawa llegó a Sonora sin saber hablar español y pensando 36 kilogramos debido a que duró 40 días de viaje en barco. “Le hicieron una fiesta de bienvenida y le dieron menudo, no sabía que era”, narró el nieto.
La pareja se estableció en una casa ubicada entre las calles Serdán y Garmendia en Hermosillo, donde abrieron “La Pagoda” una nevería y lonchería que estaba donde hoy se ubica el Hotel San Alberto.
“De ahí se mudaron a otra nevería llamada “La Ideal” donde vendían sándwiches, hotdogs, malteadas, sodas y comidas estilo norteamericano que aprendió a preparar cuando vivía en Nogales”, explicó.
Ataque de Pearl Harbor los obligó a salir de Sonora
De principios de la década de 1940 hay imágenes de cuando Angel y Misue Uehara fueron padres por primera vez en Hermosillo y de paseos, sin embargo faltan fotografías y recuerdos de esa época.
Según Osamu Uehara, este “hueco” se debe a que durante la Segunda Guerra Mundial el gobierno mexicano emitió un mandato para que todos los japoneses se concentraran en el centro del país y en Sonora el gobernador Anselmo Macías acató la orden.
La escritora Jumko Ogata Aguilar detalló que fue en 1942 cuando se dio esta concentración de japoneses, pues el país rompió relaciones diplomáticas con Estados Unidos tras el ataque en Pearl Harbor.
“Todo ocurrió porque México quería ser neutro en este asunto, pero evidentemente influyó la política intervencionista de Estados Unidos”, indicó la Maestra en Estudios Latinoamericanos.
En aquél entonces el presidente de México era Manuel Ávila Camacho quien no acató la orden de deportar a los japoneses, pero sí tomó la medida de concentrarlos a todos en el centro del país. “Es importante destacar que concentraron a los japoneses aunque ya fueran ciudadanos mexicanos o nacidos en México”, comentó la escritora.
Tres años fuera de Sonora hasta 1945 viviendo en Tlalpan
La familia Uehara Kitazawa tuvo que dejar su casa en Hermosillo y Angel vendió su nevería y dejó en Sonora hasta un automóvil último modelo que se acababa de ganar en una rifa. “Estuvieron concentrados tres años en México”, contó Osamu Uehara.
“A mis abuelos les ofrecieron asilo pero iban a tener que estar escondidos y tuvieron que irse a Tlalpan a concentrarse con los otros, tuvieron que dejar todo lo que tenía en Sonora y vender todo”, compartió.
De acuerdo con las fotografías que sus abuelos tomaron durante esos tres años en la Ciudad de México, ellos vivían en un departamento instalado en una comunidad exclusiva para japoneses, en la que había actividades y escuela, pero no podían salir.
“No eran campos de concentración cercados con alambres de púas, pero mis abuelos no platicaban mucho de que pasó ahí, sólo tengo entendido que mi papá ahí nació”, recalcó el nieto.
La importancia de preservar la historia
En mayo de 1945 el Gobierno Mexicano anunció que los japoneses podían ser libres, por lo que sus abuelos regresaron a Sonora.
Al llegar a Hermosillo se dieron cuenta que ya no tenían nada, pues antes de irse habían vendido la nevería y el resto de sus pertenencias se perdieron durante los tres años que estuvieron fuera.
“Sus cosas se habían vendido o perdido y les sugirieron irse a Ciudad Obregón donde había oportunidades de trabajo. Consiguieron un préstamo y abrieron ahí una nevería llamada “La Moderna”, detalló Osamu nieto.
Con el tiempo regresaron a Hermosillo, sus hijos crecieron y tuvieron sus propias familias, pero siempre mantuvieron un vínculo con Japón. “Hay muchos valores y tradiciones, la comida, las costumbres, fue algo que permaneció, la historia está muy cerca”, agregó.
La idea de Osamu es ordenar todas las imágenes, las cartas, los documentos que hay de la vida de sus abuelos y digitalizarlo todo, pues considera que tanto su familia como la sociedad interesada en el tema pueda tener acceso. “Vale la pena publicarlo porque son cosas muy interesantes”, consideró.
“He tomado cursos de preservación de la historia, hay muchos entre la comunidad japonesa que vive en México y ahí he aprendido sobre los momentos históricos”, recalcó el descendiente japonés de 39 años.