Es momento de ingresar a lo que se le conoce como la “nueva normalidad”. La nueva normalidad representa el retorno a nuestras tareas habituales, al ritmo de vida previo al covid-19, pero también, a la salida del aislamiento social. Si bien las personas adultas hemos estado menos ausentes, más fuera de casa por cuestiones laborales y también por la posibilidad de salir sin algún mandato que manifieste lo contrario, con la niñez y los jóvenes no ha pasado lo mismo.
Si bien desde el semáforo Naranja en México nos sentimos más libres, para la niñez los lugares siguen en su mayoría restringidos: centros comerciales, zoológicos, salas de cine, espacios cerrados, teniendo que continuar en casa o casa de un familiar mientras observan como los mayores de 12 años andan por la calle.
¿Qué tanto preparamos a la niñez y la juventud para el regreso a los espacios de convivencia? No olvidemos que estos dos grupos fueron invadidos por la cultura del miedo y las indicaciones de la Secretaría de Salud: no abrazar, no besar, no visitar, no saludar de mano, el virus está en todas partes, no toques ese vaso, no puedes entrar a tu escuela. La cultura del miedo no es fácil de abordar, pero debemos de admitir las personas adultas que, al tener poca información sobre la prevención, respetar las normas sobre el cuidado del contagio y la saturación de noticias desfavorables por medios de comunicación y redes sociales, tuvimos poco control y cuidado en transferir a los más pequeños del hogar la información sobre el covid.
Carolina Oquedo, escritora en temas de familia y juventud, hace énfasis en que, para integrarnos a la nueva normalidad, nos olvidamos del verbo reingresar, ya que nuestro contexto difiere mucho de aquel previo a la pandemia y nos haremos presentes en un mundo desconocido. Para ello retoma tenemos una serie de recomendaciones que a continuación describo:
La confianza, entendida como aquella acción de soltar y liberarnos de una responsabilidad desconocida cuando nuestros niños y jóvenes crucen nuestra puerta. Tienen las indicaciones, llegarán hasta donde las disposiciones gubernamentales les permitan y no olvidemos que en las instituciones educativas les explican todo un protocolo de salud que deberán seguir en su ingreso.
Otra de las recomendaciones es apoyar en las aficiones que nuestros hijos o hijas tengan, poco a poco se irán abriendo gimnasios, cursos, talleres, y debemos permitir que se vayan integrando de forma paulatina a actividades que promueven la salud física y mental. Explicarles que, si bien nuestras casas se adecuaron para este fin durante el periodo de “Quédate en casa” y “sana distancia””, no son el lugar idóneo para una clase de karate, pintura o gimnasia. Necesitan recuperar estos espacios de convivencia que serán un modelamiento para el regreso a las escuelas.
El orden es otra dimensión que tenemos que atender, de los espacios abiertos, a donde saldrán los niños y adolescentes primero, a cuáles después y priorizar sus necesidades, es decir, del cine y la clase de gimnasia, cual despierta mayor su interés, que materiales necesita, que condiciones hay para el retorno en las actividades mencionadas, verificar si cumplen con las normas de higiene y sanitación.