Conocer si una persona está infectada con el virus SARS-CoV-2 —que causa la enfermedad COVID-19—, es un factor clave para poder detener los contagios y acudir a tiempo por atención médica.
Aunque ya pasó un año desde el inicio de la pandemia en el mundo, con el tiempo han surgido más opciones y aún muchas personas pueden no tener claro qué tipo de prueba necesitan, en qué momento se debe recurrir a cada una de ellas y cuáles son los resultados que dan.
En este texto te contamos cómo funcionan y porqué son diferentes:
¿Tengo o tuve COVID? Esa es la primera pregunta que debes hacerte para poder decidir si lo que necesitas es una prueba de detección o una prueba serológica —también conocidas como pruebas de anticuerpos—.
Las pruebas serológicas determinan si tuviste coronavirus en el pasado, esto lo saben porque analizan si en tu cuerpo hay presencia de anticuerpos que tu sistema inmunológico activó para defenderse del SARS-CoV-2.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que “las pruebas serológicas no se deben utilizar para diagnosticar la infección aguda por SARS-CoV-2, dado que los anticuerpos se desarrollan algunas semanas después de la infección”.
Entonces, si lo que quieres saber es si actualmente portas el virus, lo que necesitas es una prueba de detección, también conocida como prueba viral.
Las pruebas de detección viral para COVID que actualmente la Secretaría de Salud recomienda en México son: PCR y de antígenos.
Las pruebas PCR son consideradas por autoridades sanitarias como el director general de Epidemiología, José Luis Alomía Zegarra, como “estándar de oro para la detección de SARS-CoV-2”, incluso en personas que no tienen síntomas.
Para realizar una prueba PCR, personal capacitado realiza un exudado faríngeo o nasofaríngeo. Se introduce en la nariz del paciente un gran hisopo, con el que se recolectan rastros del virus.
En este video, el doctor Jorge Baruch, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, nos explicó que la PCR identifica “el material genético del virus que nosotros queremos detectar. Esto disminuye la probabilidad de que nos confundamos con otro tipo de coronavirus”.
De acuerdo con el académico, una vez que se toma la muestra se lleva al laboratorio, donde se determina de manera precisa si existe presencia o ausencia de material de SARS-CoV-2.
Por eso, durante los primeros meses de la pandemia, la Secretaría de Salud y la OMS sólo recomendaban la PCR para diagnosticar COVID-19.
Luego de un largo proceso de investigación, la OMS concedió su primera autorización de uso de emergencia de pruebas rápidas el 28 de septiembre del 2020, en virtud de su protocolo Emergency Use Listing a una prueba diagnóstica rápida de detección de antígenos.
Fue hasta el 11 de noviembre del 2020, cuando la Comisión Federal Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) también aprobó en México el uso de pruebas de antígeno para detectar COVID-19.
Cofepris explica que las pruebas de antígenos detectan “moléculas específicas de este virus, causante de COVID-19, los cuales están presentes cuando existe una infección activa, es decir, cuando la persona está enferma en ese momento”.
Las pruebas de antígeno son más prácticas que las PCR porque se pueden realizar en consultorios médicos, centros de salud o kioscos de atención y los resultados están disponibles en pocos minutos. Por eso también se les conoce como “pruebas rápidas”.
Pero la Cofepris advierte que “las pruebas de detección de antígeno del virus SARS-CoV-2, no son para uso en casa o auto-aplicación por la persona enferma”.
También señala que son menos sensibles que las PCR, por eso, “para considerar su utilidad en el diagnóstico temprano de la COVID-19, las pruebas de antígeno deben tener una sensibilidad mínima del 80% y una especificidad mínima del 97%”.
Es importante destacar que las pruebas de detección de antígeno funcionan “solamente cuando a la persona se le toma la muestra dentro de los primeros siete días de iniciados los síntomas, pues es en este periodo la carga viral es generalmente más alta”.
Aunque tanto la prueba de PCR y la de antígenos están aprobadas por la Secretaría de Salud y la OMS para diagnosticar COVID, cada una funciona mejor en ciertos casos, pues recordemos que lo que hacen es detectar la presencia del virus que causa la COVID en nuestro cuerpo.
“Las pruebas de antígeno para diagnóstico de COVID-19 se indican en personas con síntomas que corresponden a un caso con sospecha de COVID-19 y con menos de una semana de evolución de iniciados los síntomas”, explica Cofepris.
Hasta el 7 de enero, la Secretaría de salud solo ha autorizado 5 marcas de pruebas de antígenos, las cuales puedes consultar en esta liga.
La clínica Mayo explica que “el resultado positivo de una prueba de antígeno se considera exacto cuando las instrucciones se siguen cuidadosamente”.
Pero como existe la posibilidad de tener un resultado falso aunque sí se esté infectado, el médico podría recomendar una prueba RCP para confirmar un resultado negativo de la prueba de antígeno.
Entonces, si tienes tienes menos de una semana con síntomas de COVID-19, una prueba de antígenos puede ser tu opción.
Si no tienes síntomas o son muy leves pero sospechas que podrías estar contagiado, entonces lo mejor es una prueba de PCR.
Si el resultado de la prueba es positivo, lo primero que debemos hacer es buscar orientación médica. Es indispensable, para que los profesionales de la salud indiquen las medidas que debemos adoptar en nuestro caso particular, y monitorear nuestra oxigenación o temperatura.
Lo siguiente es seguir las medidas necesarias para evitar contagiar a otras personas, esto implica aislarnos y mantener una buena limpieza e higiene.
En esta otra nota te contamos qué hacer si hay casos de COVID en casa.
Los CDC enfatizan que si el resultado de la prueba es negativo, eso “solo significa que no tenía COVID-19 al momento de realizarse la prueba”. Pero para seguir así, es necesario seguir las medidas para protegerse de un contagio.