Considero que la gran mayoría de la población sonorense recordará este año que estamos a punto de finalizar como un año negativo, de problemas económicos, familiares, educativos y en general todo lo relacionado a la dimensión social, específicamente en las interacciones entre nosotros.
Comparto dichas percepciones ya que nadie escapó de estas experiencias en mayor o menor medida; lo interesante y aleccionador es que aun con estas vivencias nadie se dio por derrotado para salir adelante de esta convulsión sanitaria, independientemente de las limitaciones que nos puso la autoridad, la cual también fue víctima y seguimos siendo víctimas de ese poderoso bicho llamado covid.
Los que hemos acumulado algo de experiencia en nuestras vidas, sabemos que toda acción o circunstancia que enfrentamos ya sea agradable o repugnante, se considera lección de vida; y es precisamente en esa dimensión que comparto con ustedes lo triste y lo prometedor que nos deja este 2020.
En lo educativo la adaptación fue y sigue siendo compleja sobre todo para los niños y los profesores de cualquier nivel, ya que pasar del escenario presencial a lo virtual, es un proceso que debe hacerse de manera progresiva, hasta llegar al dominio o al menos lograr la amistad con la nueva tecnología. Desde mi punto de vista el mayor impacto de esta modalidad de enseñanza tan intensa que de un día a otro ya estábamos sumergidos en ella, seguramente impactará y lo veremos muy pronto en la disminución de habilidades sociales en los niños, lo cual contraviene a principios básicos del desarrollo infantil.
En lo económico nadie cuestionará que ha sido un duro golpe para el pequeña y mediana empresa tanto en las formales como lo informales, lo cual llevó a las familias a la desesperación y a ese sentimiento de impotencia ya que por un lado está la necesidad de comer y por otro la amenaza a la propia salud.
En lo social, se observó y se sigue observando una indiferencia a las medidas de protección tanto en lo individual como de grupo que han dictado las autoridades a través de estrategias de comunicación como el semáforo de alerta.
Considero que de esta problemática social se desprenden bastantes preguntas que aún están sin resolver, y que pasa a la mesa de los estudiosos de las ciencias sociales, y me refiero más específicamente a interrogantes como ¿Porqué la gente no asume su responsabilidad en circunstancias de riesgo? ¿Por qué la apatía a las autoridades? pareciera que nos gusta hacer lo contrario, entre muchas y muchas otras.
En relación a los aprendizajes que ya deben de convertirse en lecciones y que además se vuelven insustituibles para afrontar la continuación de la pandemia para este 2021 son:
1. Reconocer nuestra vulnerabilidad como humanos y más abiertamente como especie.
2. Hacer un esfuerzo por dimensionar que únicamente a través de la conciencia de cada uno de nosotros, es la mejor protección para nosotros mismos y nuestras familias.
3. El hecho de subestimar el impacto de la pandemia, refleja la ignorancia y el pobre compromiso social y ético con la comunidad.
4. La peligrosa tolerancia de las autoridades, es un esfuerzo por tratar de dar una respuesta al dilema salud-economía, por lo que es importante que la comunidad reflexione como adulto no como pubertos, no se debe echar las campanas al vuelo.
5. Aprender que la necesidad de adaptarnos a otra forma de vida es una condición no negociable, ya que la mayor parte de las conductas con las que hemos vivido, dejaran (ya son) de ser útiles y funcionales.
6. La vacuna contra el covid es solo el 50% de la solución del problema, ya que el otro 50% corresponde a la modificación de conducta de los ciudadanos.
Finalmente, es muy importante reconocer que nuestra realidad ha cambiado, y que apenas estamos viendo algunos chispazos de ese cambio.
Los que nos hemos preparados y estudiado las técnicas y condiciones para que la persona y su comunidad haga un cambio real, concluimos que se requiere de sucesos como el que estamos viviendo, lo cual deberá traducirse como toda una oportunidad de crecimiento y evolución de nuestra sociedad.
Psic. Dr. Sergio Oliver Burruel
Universidad de Sonora
Asociación Sonorense de Psicología Aplicada A.C (ASPA)
paecoliver@gmail.com