Por Katia D’Artigues/ Yo También
Con la noticia de que este 2 de diciembre, la secretaría de Salud firmó el contrato para comprar 34.4 millones de vacunas a Pfizer (aunque llegarán poco a poco, de hecho las primeras dosis sólo serán 250 mil) comienza la discusión: ¿Quiénes deben recibirla primero?
El consenso internacional -y lógico- es que el primer grupo que debe ser vacunado es todo el personal de salud que está en el ‘frente de batalla’ de la epidemia. Luego, no quedan claras las prioridades de la calendarización de la vacunación a distintos grupos. Sabemos que, por retos de aprobación sanitaria y logística una vacunación universal podría tardar, si bien nos va, todo el primer semestre de 2021 y que requerirá de varios proveedores (como CanSino, de China, y Astra Séneca, de Argentina, que llegarán después).
Un llamado a la ONU y OMS a que las pcd sean de las primeras
La International Disability Alliance (IDA), que representa a mil millones de personas con discapacidad a nivel mundial, llama a las Naciones Unidas, incluyendo la Organización Mundial de la Salud, a priorizar a las personas con discapacidad. “Que emitan recomendaciones claras y fuertes sobre ello, para tomar todas las medidas necesarias para asegurar que los gobiernos cumplan con sus obligaciones hacia las personas con discapacidad con respecto al acceso prioritario a las vacunas de la covid-19 así como a la información y los procesos que deriven de ello”, dice el organismo internacional en este comunicado (en inglés).
El organismo asegura que las pcd han experimentado exclusión, discriminación y negligencia durante la respuesta a la pandemia y subraya que enfrentan un mayor riesgo de contraer covid-19 e incluso de morir de él, como documentábamos en esta pasada nota: las pcd intelectual o del desarrollo tienen 3 veces más posibilidad de morir de covid que las personas que no tienen discapacidad.
Esto se debe a diversas causas: los problemas para mantener sana distancia, el requerimiento de asistencia personal para su vida diaria o la falta de información en formatos accesibles y en lectura fácil. También subrayan que para algunas personas con discapacidad intelectual, psicosocial o con autismo, el uso de cubrebocas no es factible.
Preocupan también las pcd que están en lugares donde las tasas de infección son altas: campos de refugiados, instalaciones de enfermería, instituciones psiquiátricas y otras instituciones segregadas que son, por cierto, contrarias a la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. También las prisiones.
“Debido a barreras actitudinales y del medio ambiente, las pcd son frecuentemente de los últimos grupos que pueden acceder a servicios públicos con mucha demanda, en particular en situación de riesgo y emergencia”, dice el comunicado.