Hermosillo, Sonora.- En el patio de tierra de una casa, tres mujeres amasan, cuecen y empacan tortillas de harina. Entre Bertha, Jovana y Cristina armaron una pequeña línea de producción: es la primera de muchas que, con el apoyo de la organización Unidos por una Necesidad, esperan abrir en las colonias más pobres de Hermosillo.
Todas son madres solteras que viven en la invasión Los Lirios. Su situación económica, de por sí difícil, fue golpeada duramente por la contingencia de COVID-19 al quedarse sin fuentes de empleo, hasta que formaron un equipo para construir un negocio desde cero.
Humberto Gómez, un joven hermosillense y líder de la agrupación que busca ayudar a familias vulnerables, fue quien llegó para impulsarlas: él les dio las herramientas para abrir la tortillería. Son las mismas que él usaba cuando vendía tortillas en el transporte urbano.
“De hecho, cuando Humberto nos habló y nos platicó de esto que nos podía ofrecer, yo casi lloraba porque es un trabajo que sí nos ayuda”, dijo Jovana Trujillo, “y, quieras o no, es un dinerito que nosotras no teníamos, no contábamos con él y ahora, gracias a Dios, pues tenemos”.
Unidos por una Necesidad nació en 2017, pero la historia del apoyo social se remonta a los orígenes de Humberto. Desde niño, buscaba cómo ayudar a otros: un perrito abandonado, una persona que necesitara una cobija o una familia a la que le urgía alimento. Sus papás acabaron por comprender que eso era lo que él quería para su vida y lo respaldaron. Hasta hace poco, tenía una tortillería y vendía su producto en los camiones o de puerta en puerta.
“La página de Facebook de Unidos por una Necesidad yo la empecé en 2017, cuando dije: quiero ayudar a las personas, pero no tengo dinero, ¿cómo puedo hacerlo? Me puse a pensar y surgió. Explícitamente lo dice: `Unidos por una Necesidad’, si somos un millón de personas y nos unimos por la necesidad de alguna persona, lo podemos ayudar muy fácil”.
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Ahora Cristina unta la aplastadora con manteca, luego presiona una bola de masa. El disco que es la tortilla, vuela hacia el comal donde Jovana la voltea tres veces y luego la pasa a Bertha para que la enfríe y la empaque junto con otras tortillas. Humberto, en una mesa contigua, pega en la bolsa el mensaje que él mismo escribió a mano, en papel, la noche anterior: “Si quieres ser infeliz, haz lo que no te gusta; si quieres ser libre, haz lo que te hace volar”.
Así arman cada uno de los paquetes que venderán por la tarde en la misma tortillería, casa por casa, en Facebook o en el bulevar donde instalarán una mesita por algunas horas. Lo harán de la forma que mejor convenga, pero siempre acatando los protocolos sanitarios para cuidar la salud de todos.
Un solo motivo: ayudar
Humberto explicó que, durante las últimas semanas, en su página de Facebook se han publicado los casos de personas que requieren ayuda urgente con artículos de primera necesidad, como medicamentos o artículos para gente que se quedó sin casa: adultos mayores, familias, madres solteras.
Sin embargo, descubrió que eso no es todo lo que se debe hacer: hay problemas de raíz que necesitan resolverse de alguna forma y por eso reunió a cerca de 20 jóvenes con la intención de ayudar. Son profesionistas en áreas de salud, educación, psicología y administración, entre otros, quienes trabajarán en las comunidades vulnerables una vez que pase la contingencia.
“Hay que compartir conocimiento”, afirmó Humberto, “pero no podemos quedarnos así: también tenemos que darles trabajo y por eso surge la plataforma económica que estamos empezando, que son las tortillas de Unidos por una Necesidad. Nosotros queremos que esto siga creciendo, queremos que se vuelva una red de negocios locales, pero en la base, con los más pobres”.
Y agregó: “Sí es importante ayudarlos con una despensa, pero, al siguiente día ¿qué vas a hacer contigo mismo? Nosotros queremos que las personas sean autosustentables y autosuficientes”.
Ella es Bertha
Bertha Alicia Ruíz es una mujer bajita, de ojos chiquitos y sonrisa amable. Tiene 63 años y se hace cargo de su nieto de 12. Vive en una casa de cartón con tres recámaras sin muebles: no tiene refrigerador ni estufa y por eso debe comprar a diario lo que van a comer y atizar en el patio para cocinar. Ella y su nieto duermen sobre tarimas de madera.
Antes de la tortillería, Bertha se dedicaba a hacerles mandados a sus vecinos para subsistir: les barría el frente de la casa y les acarreaba la basura antes de que el camión recolector del municipio le ganara el trabajo.
“Ahorita debo la luz y me la cortaron, se me juntaron los recibos porque me quedé sin trabajo”, dice la abuela, “yo estaba al corriente con los recibos, ‘al fregazo’ estaba… pero como no había trabajado bien, pues no he podido pagar”.
Jovana Trujillo y Cristina Encinas, de 28 y 40 años, son sus vecinas y compañeras en la tortillería. Ambas conocen a Bertha desde hace unos 10 años y afirman que, desde siempre, es la que más trabaja: no hay momento en que la vean quieta.
“Siempre la vas a ver buscándole para llevarle un taco a su nieto”, aseguró Jovana, “todas tenemos necesidad, pero ella más, por el niño y porque ya está mayor: ella no tiene nada y su casa parece coladera. Ya viene la lluvia y se le gotea todo”.
A unas casas de distancia vive María de los Ángeles, una de las hijas de Bertha, con dos de sus nietas. No han visto a un médico, pero están casi seguras de que las niñas de 17 y 12 años tienen varicela por las ronchas que tienen en el cuerpo. Y aunque ellas sí tienen electricidad, no tienen siquiera un ventilador para mitigar el calor. María de los Ángeles, como su madre, también se dedica a acarrear la basura de otros todos los días.
“Yo traía una feriecita, porque siempre ando guardando feriecita”, dijo Bertha, “y me dijeron lo de la varicela y pues con eso fui a comprarles una medicina”.
El otro rostro
Mientras Jovana pasa las tortillas a Bertha para que las empaque, afirma que está agradecida con el proyecto de la organización y dice que sueña con que muchas otras madres solteras como ella, que es mamá de dos niños pequeños a los que no puede dejar solos para salir a trabajar, puedan tener la misma oportunidad de un trabajo digno en casa.
“Espero que nos ayuden, que nos apoyen comprando nuestras tortillas, porque no se van a arrepentir. Están buenas, tienen buen sabor y, aparte, están hechas con mucho cariño y es por una buena causa; que nos ayuden a nosotras como madres solteras y pueden ayudar a que otras mamás también tengan un porvenir”.
Bertha toma un paquete de tortillas y se lo pone junto al corazón rojo que está pintado en su mandil. Solo sonríe y los ojos se le achican arriba del cubrebocas cuando le preguntan por qué eligió ese mandil. “Porque ella es la más dulce”, dice Humberto, “la que les pone más corazón a las tortillas”.
Para conocer más sobre el proyecto de la tortillería y la organización Unidos por una Necesidad, puedes visitar su página de Facebook o llamar al (662) 501 4935; los paquetes de tortillas cuestan 10 pesos e incluyen once piezas. La dirección de la tortillería es Río jordán, esquina con Planeta Tierra, en la colonia Los Lirios.
Para apoyar a la señora Bertha Alicia Ruíz y a su familia, puedes llamar al (662) 388 5634, te contestará Jovana.