Proyecto Puente
En el 2009, tras la primera visita del entonces presidente de Estado Unidos, Barack Obama, a Campo Marte en la Ciudad de México la segunda semana de abril, estalló la pandemia de la influenza H1n1. Se trataba de un nuevo virus. Vino a cambiar los métodos de higiene doméstica, comercial e industrial. A partir de ese año el uso del gel antibacterial fue necesario en todo.
También, como hoy, se dijo que era una estrategia de los grandes países para afectar la economía e impulsar otra cadena económica. Lo cierto es que vino a cambiar hábitos en la forma en que nos relacionamos. El epicentro del brote mundial fue la Ciudad de México. Me tocó vivirlo como residente en la capital del país. Era corresponsal nacional. Como hoy, no se trata de un virus que al respirar te puede quitar la vida. No. Se trata de una enfermedad nueva de la que no hay vacuna, de síntomas agudos a un resfriado común. Reacciona diferente en cada cuerpo. No debemos caer en pánico. El contagio no es siempre mortal. Por eso son necesarias las estrategias de repliegue, de quedarse en casa, de sana distancia, para evitar su propagación.
Hace 11 años parecía que vivíamos en una escena novelesca o de película. Igual hoy. Con la influenza nos hicimos más conscientes de la higiene personal, desde el lavado de manos hasta el procesamiento de alimentos, el abrir las puertas, los productos que manejamos y cómo nos desenvolvemos. Hoy ocurre igual. Incluso damos paso a una vida virtual forzada desde casa y trabajo.
Hoy somos triplemente más digitales que hace 11 años cuando apenas empezaba el consumo de redes sociales: En el 2008 Obama fue el primero en usar Facebook, Twitter y Flickr para informar, recaudar dinero y estar en contacto con ciudadanos en su campaña en el 2008.
Hoy, de hecho, ya todo es digital. Esta etapa creo que agilizará el cambio de hábitos hacia lo digital: Los restaurantes saben que deben de adaptar sus servicios en aplicaciones de teléfono celular para vender. El ordena y recoge, como primer llamado. Los juegos en línea están a la orden del día. La yoga online. Se trabaja en un proceso de clases en línea en todos los niveles. Las compras digitales crecerán. La interacción en internet será mucho mayor. La compra de libros digitales, para los que nos resistimos y aún amamos el impreso, será una realidad. Las conferencias de prensa de autoridades son al instante en Facebook, Periscope. No se necesita esperar el noticiero de la noche o el día siguiente. Las indicaciones están al instante. Las campañas de prevención con imágenes, memes, emoticones, están en todas las redes sociales. Hasta el Papa Francisco convoca a una oración mundial este miércoles 25 de marzo para que recemos el universal padre nuestro. Una excelente idea del pontífice. Misas y congregaciones religiosas fueron este fin de semana en redes sociales, como Familia Amistad Sur del pastor Duane Grasma en Hermosillo.
Veo un giro forzado a convertirnos en consumidores más digitales en todas nuestras actividades laborales, domésticas, recreativas. El llamado home oficce, o trabajo desde casa, crecerá. Vean las historias en Instagram, los bailes de Tik Tok, las recomendaciones de libros.
Cada pandemia en el mundo trae cambios drásticos. Nuevas formas. En la peste bubónica, o peste negra, entre el mil 300 y 1400, fueron las iglesias las que respondieron con instalación de servicios hospitalarios.
Las teorías de conspiración surgen y son inevitables: Que si un país inventó todo esto, que no son mentiras los muertos que anuncian noticieros europeos. Es sumamente difícil saberlo en este momento. En el 2009 me tocó reportear historias en la Ciudad de México en el metro, hospitales, platicar con extranjeros en el aeropuerto internacional, entrevistar a comerciantes en el Centro, vaya, no dejar la calle. Y era el epicentro de la epidemia. Y no fui contagiado. No es momento de entrar en pánico. Tenemos que asumir la responsabilidad como ciudadanos de cuidarnos. Nadie está preparado para enfrentar una pandemia o virus desconocido, porque, insisto, reacciona en cada cuerpo de forma diferente.
La Organización Mundial de la Salud primero dijo que el coronavirus era un problema meramente chino. Que se centraba en ése país asiático. No sabemos si no dimensionó lo que se venía. Pero así reaccionó hace casi 2 meses cuando se confirmó la epidemia que brotó en Wuhan. Estoy seguro que esto también pasará y saldremos adelante. Pero es mejor exagerar medidas para evitar más contagios. Así lo indican las normas sanitarias internacionales.