Hace 10 años el periodista sueco Stieg Larsson escribió una trilogía literaria que puso la mirada sobre la violencia que vive la mujer en Suecia.
“Los Hombres que no amaban a las mujeres”, fue el primer libro precedido por “La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina” y finalmente “La reina en el palacio de las corrientes de aire”.
La primera entrega que fue llevada al cine con el nombre de “La Chica del Dragón Tatuado” era un resumen del primer libro. Y fue estupenda la interpretación. La historia narra como Harriet Vanger desapareció durante 40 años de su familia. Huyó de su padre y hermano que la violaron.
El periodista Mikael Blomkvist es contratado por el abuelo de Harriet, el multimillonario Henrik Vanger, para desvelar un secreto de familia en el que su hermano, Martin, está involucrado en una serie de asesinatos de mujeres suecas. Larsson dedicó su material al 20 por ciento de las mujeres de ése país que han sido amenazadas en alguna ocasión por un hombre.
Estamos hablando de una década atrás. Una cantidad ínfima comparada con la violencia que sufre la mujer en México. El mundo ya avisaba lo que ocurría fuera de nuestra nación mediante la literatura.
Pero hace más de un siglo, un artículo de la BBC de Londres señala que “historiadores coinciden en destacar como antesala directa del Día Internacional de la Mujer la marcha de mujeres que se vivió en Nueva York en 1908, cuando unas 15 mil se manifestaron para pedir menos horas de trabajo, mejores salarios y derecho a votar”, las mujeres gritaron al mundo un alto al abuso laboral.
Estos 2 referentes demuestran cómo ha evolucionado la lucha de la mujer que en nuestro país aún no se entiende.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, pese a tener un gabinete con paridad de género, no entendió que la lucha de la mujer no es de la cuarta transformación ni es contra él: Es por alcanzar un mundo de igualdades y pedir un freno a la violencia sistemática de la que son víctimas en diferentes círculos.
Antes se peleaban por los derechos a una vida digna, salarios, trabajo, voto. Hoy la batalla es para que cese el espectáculo de sangre contra niñas, adolescentes y adultas. Que paren los acosos como intercambio de favores.
De frenar al machismo que se institucionalizó, se socializó en México. De señalar un sistema de justicia fallido que libera a violadores y asesinos de mujeres.
Desde los medios de comunicación nos corresponde concientizar que el romantizar la violencia al describir, exponer y publicar detalles de las masacres y violencia, genera un espectáculo que impulsa la repetición de estas atrocidades, según especialistas.
Es momento de renunciar a la publicación de escenas, encabezados y contenido que solo impulsa el consumo del morbo. Las especialistas coinciden que el consumo de imágenes violentas en una mente débil, que ha sufrido trastornos mentales graves, con problemas psicológicos, sirve de ejemplo para cometer asesinatos. Se imita lo malo. Es aquí donde los medios de comunicación debemos de impulsar también los contenidos positivos en nuestros espacios. Está comprobado que informar los buenos ejemplos, las buenas noticias, ayuda a mandar un mensaje de que también se puede salir adelante haciendo las cosas bien.
La otra parte sería crear conciencia: No compartir contenido grotesco, repulsivo, violento, cuerpos mutilados, mediante nuestras redes sociales. Aquí entramos todos como ciudadanos: El Whatsapp es el medio de comunicación más rápido, seguido por Facebook, Twitter.
Si hacemos conciencia que compartir este material contribuye a generar un clima de violencia visual. Más si termina siendo consumido por niños y niñas o lo que propone Martha Nussbaum en su obra “La Monarquía del Miedo”: Una mirada filosófica a la crisis actual, advierte del perfil de gobernantes y sus políticas públicas que están dejando de lado la esperanza, el amor, la fe, la ayuda entre los individuos, el servicio comunitario, el arte.
Propone una especie de servicio nacional ciudadano obligatorio para que todos los jóvenes se les ponga en contacto con personas de diferente edad, etnia, nivel socioeconómico, para prestar un servicio productivo de ayuda, sensibilidad, de ver cómo vive, piensa, qué necesitan la otra persona.
En lugar de tener un servicio nacional que los prepare para la guerra, dice Martha Nussbaum, que se tenga una nueva modalidad que genere empatía social nacional en cada País. Esto puede ayudarnos a hacer conciencia en el tema de la violencia contra la mujer.
Es hora de desaprender. Las mujeres piden una nueva relación en todos los niveles y sectores.