En solidaridad con los movimientos de mujeres que buscan el fin de la violencia feminicida y de género, he cedido a Ivanna mi espacio en esta columna para que se escuche su voz.
Ivanna M. Osante
“Por ti, por mí, por las que ya no están y por las que vienen detrás.”
Después de la marcha del pasado domingo 23 de febrero en Hermosillo, Sonora la cual se realizó como una protesta en contra de los feminicidios y la violencia de género, se vivió un linchamiento mediático en contra de las protestantes y las representantes del movimiento a causa de los destrozos ocasionados donde culminó la marcha, el Poder Judicial del Estado.
Pero ¿qué es lo que no nos están contando de la marcha?
No nos cuentan las consignas que se gritaron: “ni una más, ni una asesinada más.”, “señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente.”
No nos cuentan el recital de poesía que se improvisó cuando arribaron al Poder Judicial, exigiendo justicia a través de la lírica.
No nos cuentan que hubo un pase de lista donde se mencionó a todas las mujeres víctimas de feminicidios, en la cual, a cada nombre las mujeres respondieron: “presente.”
No nos cuentan las burlas que expresaron a través de las ventanas los veladores que estaban a cargo.
No nos cuentan la indiferencia que tuvo la institución donde terminó la marcha, al apagar las luces y dejarlas a oscuras.
No nos cuentan que cuando apagaron las luces, una de ellas gritó “enciendan la luz” y seguido, cientos de mujeres encendieron las lámparas de sus celulares para responderle “aquí está tu luz.”
No nos cuentan que los medios no prestaron atención hasta que se tornó violento.
No nos cuentan que seguido se organizan marchas pacíficas.
No nos cuentan de Raquel, ni de Ámbar.
No nos cuentan que México es el primer lugar en feminicidios en América Latina.
Y no nos cuentan, que estamos hartas.