Columna Diálogo
Es hábil y productivo para imponer agenda mediática el presidente Andrés Manuel López Obrador, la última es la rifa del avión presidencial, ese que ‘no tiene ni Obama’ y que a la vuelta de un año ya ha costado más a los mexicanos tenerlo estacionado que ocupado. ¿Pero qué hay detrás de estas ocurrencias a simple vista inocentes y espontáneas?
La rifa del avión presidencial; los voy a acusar con sus mamás y sus abuelas; desaparece el Seguro Popular; desaparecen las guarderías porque es pura corrupción; desaparecen las delegaciones porque es más corrupción…frases célebres e ideas geniales que se quedan cortas ante la realidad de México.
Los críticos y analistas más bondadosos atinan a pensar que dicho ingenio chusco es propio de una persona con cierta edad y buena voluntad, pero veamos con responsabilidad el contexto en el que el presidente tiene que mostrarse optimista y ‘creativo’ cada mañana:
Según INEGI la inversión fija en nuestro país se está desplomando y no es eventual, sino un comportamiento de meses; en octubre de 2019 el índice nacional registró una baja del 8.7% en total en comparación al 2018.
La inversión privada que es la más importante en términos totalitarios el panorama es más preocupante pues igual al mes de octubre de 2019 había caído 5.5 por ciento (México Evalúa) respecto al mismo período del 2018.
La industria de la construcción cayó prácticamente al 7% el año pasado, el mayor derrumbe en 18 años.
Por ende, si la inversión y la industria caen, la pérdida de empleos también lo hace pues el mismo IMSS confirmó que en 2019 fue el año con la menor generación de empleos en los últimos 10 y se vino abajo en un 48% respecto al 2018.
Entre las entidades con las tasas de desocupación más altas al tercer trimestre Sonora ocupó el cuarto lugar, sólo por debajo de Tabasco, Querétaro y Ciudad de México.
En el tema de salud las palabras sobran, cualquier análisis es incierto ante la falta de certeza sobre el funcionamiento y financiamiento del INSABI, pero sobre todo de la desaparición del Seguro Popular con todo lo que ello implica: estructura física y humana, material, insumos, millones de atenciones en proceso, es decir derechohabientes con enfermedades crónicas o en riesgo de vida a la deriva.
Del aumento en la inseguridad y el cada vez más descontrolado crimen organizado, la proliferación de drogas en las calles, del año más violento y con el mayor número de homicidios en la historia del país con 35,588 homicidios, no queda más que reiterarlo porque está más que dicho.
Por todo ello entiendo que el Presidente Andrés Manuel López Obrador diga respecto a cualquier cuestionamiento que al menos él se siente muy optimista, cree que es lo que tiene que decir un jefe de estado cuando los ciudadanos están al borde de la desesperación, incluyendo a quienes debieran ser sus principales aliados, los empresarios e inversionistas.
¡Debe sentir ese peso sobre su espalda, esa honrosa pero imperante carga que representa su investidura y la demanda de resultados YA!
Pero debe tener muy claro que el uso de distractores mediáticos como sus discursos chuscos, las ocurrencias de cada mañana y el presupuesto del país en programas clientelares donde según sus propias referencias hoy uno de cada dos hogares mexicanos recibe una beca del gobierno por algún motivo: por ser joven, por ser anciano, por ser madre…etcétera, no sacará al país adelante sin inversión.
La inversión tiene que reorientarse con urgencia a la producción y no al mantenimiento o conquista de adeptos. Lo que más debe preocuparnos es que lo que no se invierte hoy se refleja mayormente en dos o tres años, y si no se corrige el camino este sexenio podría cerrar con la peor crisis que México haya pasado, porque no aguantará seis años sin inversión, sin empleos y sin producción.
López Obrador es muy hábil para generar controversias que distraigan al mexicano de sus desgracias, pero la verdadera rifa es la que nos jugamos día a día con sus discursos erráticos: vender el avión, rifar el avión, llevar el avión, traer de vuelta el avión…el único vuelo que debe preocuparnos se llama México, porque aquí arriesgamos todos y sin duda unos más que otros.
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